Opinión
El error Arrimadas
La equidistancia del PSC en la moción de censura contra Torra rechina demasiado y enturbia la banda sonora actual de Pedro Sánchez, ahora que presume de firmeza ante los independentistas. Cataluña lo cambiará todo, insisten desde La Moncloa: «Va a haber dos campañas, una antes y otra tras la sentencia del “procés”». Mientras, los hechos son tozudos.
En ese contexto, y con la intención de cautivar a los votantes descontentos de Cs, Sánchez coincidió con Miquel Iceta en no hacer seguidismo de su rival: «A Rivera, ni agua». A sabiendas, por supuesto, de que la moción de los naranjas carecía de posibilidad de prosperar, ya que la suma de Cs, PP y PSC hubiera reportado a la candidata Lorena Roldán 57 votos, a 11 escaños del éxito. El presidente del Gobierno despreció ante los suyos la moción de censura presentándola como el intento por parte de Rivera de echar «más leña al fuego» a un escenario suficientemente caldeado.
Y a eso hay que añadir el traspié cometido con Arrimadas. Porque hay políticos a quienes los españoles dedican una alta estima. Inés Arrimadas en las filas naranjas, y Ana Pastor en las populares, son buenos ejemplos. Pues bien, ahí está la ex presidenta del Congreso y ex ministra, llamada por Pablo Casado para ocupar un lugar de privilegio tras el líder del PP en la lista al Congreso por Madrid... y sin embargo la otrora líder catalana de Cs, después de ganar los últimos comicios autonómicos, fue sacada de Cataluña sin demasiadas explicaciones para convertirla en portavoz en la Carrera de San Jerónimo. Una decisión de escaso sentido político de la que ahora, en este intento de dejar en evidencia a Torra, seguramente Rivera se estará arrepintiendo, porque le ha impedido contar en la Cámara catalana con la personalidad y el carácter de Arrimadas.
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