Opinión

Los controles de precios de Garzón

¿Existe escasez de mascarillas y geles? Sin ninguna duda, cualquiera puede comprobarlo tratando de acceder a alguno de estos productos. No son totalmente imposibles de adquirir, pero todos habremos experimentado mayores dificultades de las habituales a la hora de comprarlos. Es más, incluso cuando es el propio Gobierno quien intenta adquirir esas mercancías en los mercados internacionales, se topa con obstáculos en ocasiones insalvables para abastecerse adecuadamente. ¿La razón? Existe un serio problema de falta de oferta a nivel global. Todas las sociedades han querido comprarlas a gran escala en un momento en el que, además, muchas partes de la cadena internacional de suministros se hallan funcionando a medio fuelle –por culpa de la paralización de muchas economías a raíz del coronavirus–. Mucha demanda y poca oferta da como resultado precios disparados. Por consiguiente, no se trata sólo de que los particulares tengamos complicado encontrar mascarilla o geles, sino que, cuando lo hacemos, es a precios desbocados. El Gobierno de España, de la mano del Ministerio de Consumo dirigido por el comunista Alberto Garzón, ha propuesto establecer controles de precios sobre estos bienes esenciales. Su presunto objetivo es lograr que mascarillas y geles se abaraten y, por esa vía, se vuelvan más accesibles para todos –y especialmente para las personas más desfavorecidas–. Pero sus propuestas son del todo inapropiadas. Los aumentos de precios desempeñan dos funciones clave: por un lado, reducen la demanda innecesaria y superflua de un bien –esto es, tan sólo preservan la demanda más urgente e insustituible–; por otro, incentivan al sector privado a fabricar muchas más unidades de ese bien, no sólo a través de aquellos productores que estuvieran previamente presentes, sino también de nuevos productores que, merced a los altos precios, se animan a comenzar a fabricar mascarillas y geles –contribuyendo con ello a normalizar la oferta–. Los controles de precios que postula Garzón sólo sirven para que la demanda no se autolimite y para que la oferta no se ensanche. Es decir, no sirven para incrementar la accesibilidad del bien, sino para dificultarla. Nominalmente puede que su precio sea bajo, pero en realidad no pueden adquirirse a tal precio ficticio. Por desgracia, a Unidas Podemos le preocupa más impedir que los productores hagan negocio –incrementando la oferta y abasteciendo la demanda– que incrementar la disponibilidad real de mascarillas y geles. Acaso el único contraargumento que exista para oponerse a la libertad de precios sea que, si éstos aumentan mucho, las familias con menores ingresos no podrán pagarlos, de modo que, para ellas, esos bienes seguirán siendo inaccesibles. Pero para esos casos resultaría mucho más razonable que el Gobierno comprara mascarillas y geles a sus precios de mercado –y que luego los distribuyera entre las personas con ingresos bajos– en lugar de tratar de manipular tales precios. Eficacia antes que ideología.