Opinión

De padres, hijos y “subnormales” en las redes

Carolina Díaz - Espina

El pasado domingo salí con mis hijas por primera vez en 42 días. La mayor, de tres años, fue en su bici sin pedales y la pequeña, con algo más de un año, en su silla. Hicimos un paseo corto, como siempre hacíamos (la resistencia no es el fuerte de esta gente menuda). No habíamos recorrido ni tres manzanas cuando mi hija ya preguntaba que dónde estaba su casa. Así que, con paso tranquilo, enfilamos la vuelta. Balance del primer paseo en 42 días: 25 minutos. Por el camino nos cruzamos con padres con sillas, algunos con bicis y patinetes y nunca más de cuatro personas juntas. La inmensa mayoría de los adultos llevaban guantes y muchos, también mascarillas. Había incluso niños que también llevaban sus rostros ocultos bajo una de ellas. La verdad es que todo esto impresionaba bastante, aunque no tanto como la manera descarada y explícita con la que nos evitábamos los adultos para respetar la distancia. Teniendo en cuenta cómo somos en España y en este barrio donde la natalidad es bastante alta, era un cambio brutal. A pesar de la ceremonia de la confusión a la que nos tiene acostumbrado este gobierno, en esta zona, parecía que la gente lo tenía claro: no más de una hora, no más de un kilómetro, solo un cuidador, con máximo tres niños. Y así lo hicimos. Muchos. La mayoría.

Sin embargo, a raíz de varias fotografías, algunas de ellas tomadas desde una dudosa perspectiva, las redes se empezaron a llenar de mensajes dirigidos al colectivo “padres” con las etiquetas #Irresponsables o #Subnormales. Incluso se les llegaba a hacer responsables de un hipotético repunte de los casos dentro de dos semanas. Pero las redes son así. La “socialmediatización” de la información, derivada del uso y abuso de las redes como foro y plaza pública, está llevando demasiadas veces ya a crear polémicas de asuntosimportantes, poniendo el foco en lo marginal. Mostrar la parte por el todo se ha convertido en la manera de analizar cualquier planteamiento, teniendo como consecuencias directas el encender las pasiones de la audiencia y el posterior enfrentamiento 2.0 entre iguales. Las redes son un entorno gremial poblado, sobre todo, por gente relacionada con los medios y el periodismo. De ahí que subraye la especial responsabilidad de la profesión en estos jaleos. Mientras se ceba este monstruo de enfrentamiento y parcialidad para retroalimentar sus parrillas televisivas y sus columnas de opinión, está eludiendo su papel de controlador del poder político y de orientador en entornos inciertos. La consecuencia directa no es otra que dejar desamparados y desorientados a los ciudadanos que tanto le necesitan. La brecha entre los hechos, los ciudadanos y las instituciones es hoy muy grande, y estas polémicas no ayudan a la cohesión.

En este caso, mientras el foco se pone en todos los padres por ciertas conductas evidentemente irresponsables, se deja de poner sobre este gobierno de malos gestores que nos han llevado a ser el país con más de 23.000 muertos (oficiales) y más de 35.000 profesionales de la sanidad contagiados (triste récord mundial); el mismo gobierno que nos ha mentido reiteradamente sobre los afectados o sobre los tests realizados o sobre los planes de desconfinamiento de la población.

Estoy segura de que hay personas que lo han hecho mal con la salida de los niños, como también hay mucha gente que lo ha hecho mal desde el principio con los paseos de las mascotas. Pero eso no puede llevarnos a analizar la situación como un todo homogéneo, porque directamente es mentir y falsear la realidad. Recuerden que estos padres tan #Irresponsables somos los que hemos encerrado sumisamente a nuestros hijos durante más de cuarenta días; los mismos que estamos haciendo malabares para atender a nuestros hijos, nuestro trabajo (quienes aún lo conservamos), nuestra casa e incluso nuestro luto, en estas circunstancias inéditas y tan extremadamente excepcionales. Estos padres tan #Subnormales somos los que hemos esperado pacientemente a seguir las confusas instrucciones del gobierno y somos los primeros interesados en no enfermar y en proteger a nuestros hijos. Así que calma. Denunciemos las conductas irresponsables, hagamos la pedagogía necesaria y dejemos de criminalizar a grupos. Por nuestra parte (mientras las autoridades lo permitan), seguiremos paseando siguiendo las normas establecidas y alguna más que nos da el sentido común por dos sencillas razones: por su seguridad y la nuestra.