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Política

La fase 2 de Sánchez

La crisis del Covid-19 ha determinado la actualidad económica, provocando una economía de guerra. Pero la crisis económica en la que ya estamos y su proyección para los próximos años ha sido la clave para decidir qué tipo de desescalada se adopta. La caída del PIB prevista para este año, de cerca de 10%, se preven 3 o 4 millones más de parados junto a un endeudamiento que podría llegar al 7% de déficit en un año, con la consiguiente subida de la prima de riesgo.

Esta situación económica llevará a España a solicitar inexorablemente el rescate de la Unión Europea. Habrá ayudas, pero los países que deciden en Bruselas no están por la tarea de transferir a fondo perdido y sí de prestar. Lo malo de los préstamos es que el acreedor siempre impone sus condiciones, recuerden la modificación del art. 135 de la Constitución a la que obligaron los inversores para no colapsar el pago de sueldos de funcionarios y pensiones en el año 2010.

En este caso, las condiciones de Europa serán económicas, pero también políticas. Esto se traducirá en dos cosas: recortes sociales, subidas de impuestos y concentración bancaria y la exigencia de garantías de estabilidad política. Un país que lleva sin aprobar Presupuestos Generales desde el 2016 no es un país fiable en términos de estabilidad, por eso, si Sánchez quiere seguir siendo presidente del Gobierno, va a tener que tomar la decisión más difícil de su carrera política: romper la coalición multipartidista que le llevó a la Moncloa.

El menor de los problemas será Podemos. Pablo Iglesias ya tiene lo que quería, ministros podemistas que han gestionado para su público electoral. Romper con el PSOE cuando vengan las vacas flacas será un alivio y un trampolín electoral. La peor parte la tendrá Sánchez. El abrazo con Casado sería mortal de necesidad y convocar elecciones rompería el proceso de rescate. Posiblemente será el final del gobierno de coalición y del propio Pedro Sánchez. Sin tener esto en cuenta no se puede entender el plan de desescalada elegido por el gobierno.

Los países a los que mejor les ha ido han adoptado dos tipos de medidas que, conjuntamente, parecen tener éxito: la distancia social y la realización de test de rastreo masivos. En España parece que el confinamiento radical ha dado resultados, pero ha sido un desastre la capacidad del Estado para realizar los test masivos, de hecho, la ausencia de los mismos es el gran handicap del desconfinamiento. Sánchez ha priorizado el intento de salvar la economía para salvarse a sí mismo.

No es probable que lo consiga y, en todo caso, el camino por recorrer va a ser muy duro para el gobierno que sea. Pero con la decisión también ha asumido el riesgo de nuevos repuntes que nos sumiría aun más en el agujero. Muchos consideraron que Pedro Sánchez llegó a Moncloa por suerte, otros por una habilidad extrema, el futuro dirá si fue por lo uno o por lo otro.

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