Opinión
Incorrección política
Según el gobierno de España se ha iniciado un proceso de reducción gradual de las medidas extraordinarias de restricción de la movilidad y del contacto social establecidas mediante el decreto que estableció el estado de alarma, y para ello, el Gobierno adoptó el Plan para la transición hacia una nueva normalidad que establece los principales parámetros e instrumentos para la consecución de la normalidad, el cual como es sabido determina las famosas fases de evolución. El objetivo confesado del Plan es «conseguir que, preservando la salud pública, se recupere paulatinamente la vida cotidiana y la actividad económica, minimizando el riesgo que representa la epidemia para la salud de la población y evitando que las capacidades del Sistema Nacional de Salud se puedan desbordar.» No hay por qué dudar de que las razones que han determinado que unas zonas pasen de fase y otras no, en concreto La Comunidad de Madrid, estén basadas en estos parámetros, y pudiendo no compartir el dictamen, no cabe duda que como todo en la vida es discutible, y ello no supone cometer deslealtad alguna. Igual que presumimos la responsabilidad del Gobierno de la Nación a través de su Ministro de Sanidad negando el paso de fase, debemos también presumirla en el Gobierno de la Comunidad de Madrid cuando se solicita el progreso de fase. El objetivo además de estar determinado por los parámetros antedichos ha de estar guiado por uno más general, el interés y bienestar de nuestros conciudadanos, y hay que hacer aquello que más beneficie a los mismos. Por ello, resulta muy triste oír en boca del vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, que «no hace falta ser un gran experto para llegar a la conclusión» de que Madrid no puede pasar, a la vez que aprovecha para decir del Gobierno de la Comunidad de Madrid y de su presidenta, que con la petición de cambio de fase se busca «ganar posiciones políticas jugando con algo tan serio como es salvar vidas» y que haya «pretendido hacer propaganda con algo tan serio», declaraciones lamentables e injuriosas impropias de alguien que al margen de su ideología debería estar al servicio de los ciudadanos, y no solo de sus correligionarios, además de que con estas declaraciones se compromete y mucho la propia decisión del ministro de Sanidad.
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