Opinión

Ruptura en un camino peligrosísimo

En ciertos momentos políticos un dirigente importante renuncia a todo acuerdo posible con otro dirigente importante al contemplar que lo que sucede al conjunto del pueblo motiva que se repita aquello de César, cuando ante las actividades anticonstitucionales de Pompeyo, cruza el Rubicón al grito de «Alea iacta est», esto es, la suerte estaba echada y la única actitud posible era la de quedar absolutamente libre para actuar. Pues bien, eso es lo que ha ocurrido el 6 de mayo de 2020 como se refleja en el Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados. Pleno y Diputación Permanente, (págs.3-69). Es el momento en que se observa, tras la lectura de todas esas páginas que Casado señaló con claridad una ruptura paralela a la citada antes cuando declaró: «Usted es el error absoluto» ante el actual y serio problema

¿Y en qué se basaba Casado para sostener eso? El momento, definitivamente es uno de los peores que sufre España desde el inicio de la vida económica trascurrida desde 1975. España, desde el momento en que se fraguó en 1959 el Acuerdo Preferencial con Europa había decidido basar su economía en dos cosas: el abandono definitivo de la ruptura con las potencias occidentales europeas y la economía de mercado libre. El cambio fue radical. Lo normal fue lo señalado por Aznar en sus Memorias I (2012): «El euro suponía mucho más que la adopción de un medio de pago común; significaba una verdadera refundación de la Unión Europea. Era la decisión más trascendental que habíamos adoptado conjuntamente los europeos desde el Tratado de Roma». Y he aquí que la política económica seguida por el actual gobierno de manera clarísima rompe todas estas obligaciones. Un conjunto de alianzas para mantenerse en el poder, y simultáneamente de equivocaciones económicas, generaron un golpe económico sobre ese conjunto comunitario derivado, en primer lugar, de un colosal incremento en la deuda pública. No se observaba además que el gobierno actual lo pudiese rectificar debido a las alianzas políticas que tiene con partidos comunistas y separatistas. Los resultados pasaron a ser ya visibles en el primer trimestre del 2020, y dieron lugar a crisis vinculadas a rupturas del mercado, fruto de ambas alianzas. Las posibilidades de crecimiento de la economía española pasaban a detenerse, pero además tuvieron lugar acontecimientos exteriores que lo empeoraron. Uno de ellos era el retroceso clarísimo del fenómeno de la globalización económica, y recientemente una pandemia colosal. España pasó a tener una economía que, forzosamente se hundía por sí misma. Ante todo esto ¿qué respuesta señaló en esa sesión el Presidente Sánchez? Solamente habló de que para mantener las pensiones, la sanidad pública, los servicios sociales, había que atender a la economía urgentemente (porque) si no «la crisis económica dará paso a una catástrofe». Sin embargo, ocultó la magnitud del crecimiento del déficit para el 2021 para tapar los ajustes que tendrían que hacerse en el Estado de Bienestar. ¿Pero de dónde sacar tanto dinero? Nada aclaró. ¿Y cómo se había logrado progresar con una política económica que rectificaba el hundimiento generado por Rodríguez Zapatero, para incrementar nuestros lazos con Europa? Esta política estaba ligada a una creciente ortodoxia en gasto público, en privatizaciones, en incremento en el saldo de las cuentas internacionales, en flexibilidad laboral y también en lo que se observa en el libro de Rajoy, Una España mejor (2019), del que publiqué una extensa noticia titulada Lecciones de Economía Aplicada del profesor Rajoy en El Economista, 27 de diciembre de 2019.

Noticias más recientes tienen forzosamente que tener influencia. Se ha publicado un artículo de Fernando Fernández Méndez de Andés y Carlos Poza Lara, que muestran que es necesario aceptar la confirmación de la desaceleración de la economía española entre otros motivos por el agotamiento de las políticas fiscal y monetaria y la ralentización de la economía mundial, a lo que se debe añadir la aparición de una inestabilidad política y la subordinación de la política fiscal a los intereses electorales.

Parece lógico que se buscase, por parte de la oposición la ruptura, porque resultaba evidente que coordinar una postura postura política heredada de las de Aznar y Rajoy a la sucedida a la de Rodríguez Zapatero, era absolutamente imposible. Creo que no hubiera venido mal para esta tercera opción del gobierno socialista en la Transición, haber tenido en cuenta aquello que Keynes, tan admirado siempre en círculos amplísimos del socialismo, escribió en 1929, bajo el título de «¿Es esto socialismo?»: «¿Por qué tiene que jugar el gobierno este papel? ¿Por qué no basta con ofrecer facilidades y estímulos a la empresa privada?». Pues sí, aceptando una vez más lo que dice Keynes, y al tomar nota de que eso fue la base de la política de Aznar y Rajoy, parece ser la que intenta Casado, que nada tiene que ver con el caótico panorama económico que en alguna parte señaló, y en otra grande ocultó Sánchez. El «Alea iacta est» parece justificada.