Opinión
La democracia, en peligro
El Gobierno ha perdido la iniciativa. Se siente acosado y actúa a la defensiva. Observa con preocupación las persistentes protestas de la calle contra su gestión en la crisis sanitaria. Le pesan sobremanera los muertos, sobre todo los miles de ancianos muertos en las residencias. Teme el inevitable proceso en el que se depurarán responsabilidades. Ha bastado que una juez, Carmen Rodríguez-Medel, haya abierto una causa sobre la actuación de las autoridades públicas ante las masivas manifestaciones feministas del 8-M, para que en el Ministerio del Interior se hayan desatado todos los demonios. Los indicios apuntan a una gravísima injerencia en la acción de la Justicia, con la destitución del coronel Diego Pérez de los Cobos, que ha irritado profundamente a la Guardia Civil y ha puesto al ministro Grande-Marlaska al pie de los caballos, mientras sigue la purga de los uniformados. La Abogacía del Estado, saliendo precipitadamente al rescate del Gobierno, junto con toda la corte de medios adictos, incrementa la sospecha de oscuras presiones desde el poder político sobre la independencia judicial. Al malestar de la Guardia Civil se une el malestar de los jueces, con los que viene chocando el vicepresidente del Gobierno y líder de Podemos, que no parece apreciar mucho la división de poderes ni la libertad de prensa.
La crispación va en aumento en la calle, en las redes sociales, en los medios de comunicación tradicionales y, de manera casi escandalosa, en los debates parlamentarios. Unos políticos acusan a los otros de pretender cargarse la democracia. En los laboratorios de propaganda de la izquierda se difunde el mensaje de que la democracia está en peligro, amenazada por las fuerzas «neofranquistas» de la derecha, que son incapaces de aceptar el resultado de las urnas y están movilizando la calle y los poderes fácticos –uniformados, jueces, medios de comunicación, mundo del dinero…– para cargarse el Gobierno «progresista» y recuperar el poder como sea. Desde la otra orilla se culpa al actual Gobierno «social-comunista» de pretender acabar con el actual sistema constitucional, con el sistema capitalista y con la división de poderes para perpetuarse en el mando y hacer la revolución pendiente. En el amplio campo de la derecha consideran nefasta, a este respecto, y muy peligrosa la presencia de Podemos en el Gobierno y su influencia en las principales decisiones del presidente Sánchez. Este es el panorama. La despiadada pelea política ocurre cuando estamos volviendo a salir tímidamente a la calle y vemos, doblando las esquinas, las colas del hambre.
✕
Accede a tu cuenta para comentar