Restringido

La batalla de Madrid

No sé si Madrid es «la ciudad de los prodigios», como dijo Alejandro Dumas, padre, o «una extraña mezcla de Navalcarnero y Kansas City poblada por subsecretarios», según Camilo J. Cela; pero la capital del Reino y su superpoblado entorno comunitario no dejan a nadie indiferente. Y menos que a nadie, a los políticos. Aquí se dan las grandes batallas desde siempre. Vuelve a resonar ahora mismo en la orillas del Manzanares, aprendiz de río, el grito rojo de «¡No pasarán!», y en la Puerta del Sol hay otra vez un revuelo de banderas republicanas como aquel turbulento día de abril. Todo el mundo comprende que el que en primavera gane Madrid, «rompeolas de todas las Españas», tiene mucho adelantado para dominar España en otoño, cuando la caída de la hoja. En las sedes de los partidos, todo son cábalas y cavilaciones a estas horas. Los candidatos al triunfo no están claros. Los aspirantes se comen las uñas. Cada día salta una sorpresa. La de ayer fue mayúscula. Pedro Sánchez le dio la patada en el culo al candidato del partido a gobernar la comunidad y líder regional, Tomás Gómez, que había sido arrollado antes por el tranvía de Parla. Sólo deja vivo a Carmona, que aspira al Ayuntamiento, con más entusiasmo tertuliano, el pobre, que esperanza de alcanzar la vara. La clamorosa crisis del partido no le facilita desde luego las cosas. Aún hay más desconcierto en IU, tras la «traidora» espantada de Tania Sánchez, la pricesa prometida, que promueve el «Frente Popular» en torno a Podemos y que tiene ropa sin lavar y ropa tendida en Rivas Vaciamadrid.

A los de Podemos –tan altaneros, tan autosuficientes, tan despreciativos, tan insultantes– se les ha fruncido el ceño con el «caso Monedero», el amo de los cuartos y de las ideas. No se sabe en qué parará. Sólo los que se quedan mirando al dedo cuando les señalas la luna echan la culpa a Montoro del desaguisado. Puede, sin embargo, que sea algo exagerado, como algunos pretenden, aplicar al caso aquel diálogo cervantino de «Rinconete y Cortadillo»: «Dijo Rincón a su guía: –¿Es vuesa merced, por ventura, ladrón? –Sí –respondió él–, para servir a Dios y a las buenas gentes, aunque no de los muy cursados; que estoy todavía en el año del noviciado». En fin, para acabar la ronda, en el PP también andan en ascuas a la espera de los candidatos. El nombre más sonado es el de Esperanza Aguirre para la alcaldía de la capital. Pero hay un movimiento subterráneo, que no cesa, a favor de Soraya Sáez de Santamaría. Su puesto en el Gobierno lo ocuparía, como vicepresidente y portavoz, Javier Arenas, que, aparte de otras virtudes, serviría de estímulo desde La Moncloa a la contienda andaluza. Vaya usted a saber lo que nos deparará el arcano. ¿De Madrid al cielo? ¡Quién sabe!