
Opinión
La vacuna democrática
La lectura evangélica del día de ayer, además de su trascendencia religiosa, tiene otra plenamente aplicable a lo que está aconteciendo en el mundo y especialmente en España. En Mateo 10, 26-33, podemos leer entre otros mensajes el siguiente en boca de Jesús a sus apóstoles: «No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman, más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo.» Debemos estar preocupados y ocupados por combatir el virus que tantas vidas se ha llevado, pero también debemos tener miedo a lo que puede matar al alma, y no solo el alma del hombre, sino y también, el alma de nuestro sistema político de libertades.
Nuestras democracias miran de vez en cuando al abismo, y como dicen que decía Nietzsche, «si miras fijamente al abismo, el abismo te devuelve la mirada» y no me cabe duda de que algunas democracias, especialmente la nuestra, están mirando al abismo, y si bien todavía no de una forma fija, puede llegar a ocurrir.
Las democracias ya no terminan con un golpe militar o una revolución, por más en España algunos nos adviertan de una forma tan irresponsable como mendaz de lo primero, soñando con lo segundo. Hoy las democracias mueren de un lento, inadvertido, y progresivo debilitamiento de las instituciones básicas y esenciales en un sistema democrático, y en España son dos las más zaheridas, el Poder Judicial y la Prensa.
La obsesión de algunos revolucionarios de izquierdas por ocupar y controlar ambas instituciones es tan obvia y peligrosa como vergonzosa. También en el día de ayer se nos decía en la segunda lectura, Rom 5, 12-15: «Por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado entró la muerte…si por el pecado de uno solo hombre todos fueron castigados con la muerte, por el don de un solo hombre, Jesucristo, se ha desbordado sobre toda la abundancia de la vida y la gracia de Dios.» Y de igual manera que el pecado entra el virus, y de igual modo existirá una vacuna, y también de igual modo existe vacuna para salvar nuestro sistema democrático, la libertad y la fortaleza de nuestras instituciones democráticas. Esta vez el abismo será para otros.
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