Opinión
El pueblo es sabio
Cada vez surge una mayor interrelación entre la democracia, desarrollo económico sostenible, separación de poderes y existencia de instituciones gubernamentales efectivas y eficientes; junto a ello, la transparencia y la exigencia de rendición de cuentas por parte de los políticos constituyen un pilar de cualquier democracia; pero todo se asienta en un elemento común, un cemento que liga y defiende todo el sistema, la fortaleza de las instituciones. El análisis de todos estos factores determina diferentes grados de calidad de nuestros sistemas democráticos, y así hoy todos percibimos a Hungría como un país con un serio déficit democrático y a Nueva Zelanda con un alto grado de fortaleza democrática. No cabe duda de que la presencia de una fuerza política como Podemos en el gobierno, además de quitarnos el sueño como a Sánchez, responsable de esto, supone una prueba de esfuerzo para nuestro sistema, y a la vez, de las instituciones. La legitimación populista en la que se conduce este tipo de fuerzas políticas hace que se vean investidos de una suerte de potestad para tocar todas las instituciones, porque hagan lo que hagan, lo hacen en nombre del pueblo, y esto lo justifica todo, de tal modo que pueden abandonar el sagrado cumplimiento en democracia de las reglas del juego, si lo hacen en nombre y en beneficio de lo que consideran su pueblo. Estoy convencido de que nuestra democracia saldrá fortalecida de este desafío al que nos ha arrastrado Sánchez, y lo superaremos con éxito, y eso, gracias a la fortaleza de nuestras instituciones, entre las que destaca el poder judicial, formado por jueces independientes que no deben su puesto más que a su personal esfuerzo, algo que es la mejor vacuna frente a los que no creen en el esfuerzo individual, sino en la tribu. A veces pareciera que el presidente del Gobierno busca que otros le solucionemos el problema en el que se ha metido ofreciéndole razones para poder romper la coalición, ganando así el agradecimiento popular por librarnos del mal, pero se olvida que en este embrollo nos metió él mismo, y esto pasa factura; el pueblo español, el de verdad, el que define la Constitución española sabrá lo que hay que hacer. Como decía Einstein, «todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas».
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