Opinión

El riesgo de insostenibilidad de la deuda pública

En apenas medio año, la deuda pública española se ha disparado en 88.000 millones de euros hasta alcanzar la cifra de 1,29 billones de euros. Semejante monto equivale al 109% de nuestro PIB, lo que nos aboca a terminar el año en el entorno del 120% del PIB y nos coloca en una difícil posición para garantizar a medio plazo la sostenibilidad de nuestra deuda. No en vano, si el tipo de interés medio de nuestra deuda se estabiliza en el 2%, eso significa que el pago de intereses se ubicará en el equivalente al 2,4% del PIB anual. Eso significa que para reducir el peso de nuestra deuda pública sobre el PIB necesitaríamos simultáneamente que el crecimiento nominal de nuestra economía fuera de más del 2,4% y que nuestro déficit primario (déficit antes de intereses) fuera igual a cero. Lograr a medio plazo un crecimiento nominal del 2,4% no es tan complicado, aun en entornos de baja inflación. Pero alcanzar el equilibrio presupuestario en el déficit primario no es ni mucho menos sencillo. Tan es así que ni siquiera en 2019 habíamos logrado este ajuste tras la crisis de 2009. ¿Qué nos hace pensar que lo vamos a lograr en algún momento a lo largo de la próxima década sin fuertes medidas de ajuste, ya sea por el lado del gasto o por el lado de los ingresos? El peligro, ademas, no es sólo que hoy el déficit primario vaya a estar muy por encima del ajuste de nuestra ratio de endeudamiento a cuenta del crecimiento nominal: el peligro es que si las expectativas inversoras sobre la senda de sostenibilidad de nuestra deuda cambian y Europa deja en algún momento de echarnos una mano, podemos regresar a tipos de interés disparados que presionarían enormemente al alza la carga financiera de nuestros pasivos estatales. Por ejemplo, si regresáramos a un tipo de interés medio del 5% (un porcentaje bastante común en nuestra historia), una deuda del 120% del PIB supondría que la carga de los intereses sobre el PIB sería del 6%, de manera que para reducir nuestro endeudamiento público necesitaríamos un superávit primario de más del 2% aun cuando encadenáramos crecimientos nominales

del 4% anual.

En definitiva, los niveles de deuda pública están creciendo de un modo cuanto menos inquietante y potencialmente insostenible. Si nuestros gobernantes no comienzan a diseñar planes de austeridad para el medio-largo plazo con el objetivo de reconducir nuestro endeudamiento público a niveles más manejables en función de nuestro crecimiento nominal, tarde o temprano estaremos condenados a tener que reestructurar nuestra deuda pública… con las nefastas repercusiones que todo ello tendría sobre nuestra credibilidad y nuestra economía.