Opinión
¿Casado y el PP al servicio del gobierno social-comunista?
Por más que insista el gobierno y su aparato político y mediático es disparate que el PP se someta y alcance acuerdos que abran el paso a la izquierda radical y el independentismo en el Poder Judicial
La izquierda anda muy nerviosa porque parece que la década de gobierno socialista que soñaban, aunque sea con sus socios comunistas, se empieza a tambalear. No hace tanto que anunciaban la constitución del gobierno más social de la historia que iba a dar lecciones, además, a nuestros socios europeos. Estábamos ante un nuevo festín del gasto público con el habitual despilfarro socialista, aunque ahora agravado por la presencia de Podemos, y una ofensiva fiscal contra los “ricos”. Esto último se traduce en machacar a los empresarios y las clases medias. Como me recordó en cierta ocasión un importante político del PSOE, cuando llega el PP al gobierno mantiene las reformas que hacemos y así ha sucedido siempre. No le faltaba razón, aunque estoy convencido de que no volverá a suceder. Pedro Sánchez llegaba con renovados bríos despilfarradores y una mochila llena de ingeniería social, porque ya se sabe que la izquierda vive instalada en la superioridad moral y no entiende que haya gente que vote al centro y la derecha. Los líderes de la coalición social-comunista decían en privado que gobernarían dos o tres legislaturas, porque el espacio del centro y la derecha estaba destrozado, aunque hacían la salvedad de que todo podía cambiar si se producía una crisis económica, que tenía que ser más grave que la de 2007, o una catástrofe medioambiental, esto último no lo entendí.
Al final han llegado ambas, aunque la segunda es una pandemia. Es verdad que el centroderecha sigue dividido y esto favorece al PSOE ya que Unidas Podemos parece que está más desunida que nunca y poco puede encontrándose en declive. La destitución de Cayetana Álvarez de Toledo ha sido un auténtico festín mediático para la izquierda que, con una estrategia muy previsible, ha intentado trasladar la idea de que ahora sí se producirá la ansiada sumisión del PP. A esto se une que La Moncloa espera que los empresarios, que confío que influyan menos que mi perra Lolita, y Bruselas se encarguen de poner en vereda a Casado. Es curioso que crean que se producirá una llamada de von der Leyen, Michel, Macron o Merkel para que el PP apoye los presupuestos que quiera el gobierno. La otra batería de llamadas sería las de Garamendí y el IBEX, ya se sabe que en España gusta mucho eso de los poderes en la sombra y si alguien tiene alguna duda que le pregunte a Pablo Iglesias.
En ese sentido, la “Doncella de la Libertad” era, por lo visto, el impedimento para que Casado le regale el CGPJ y el TC a la izquierda y apruebe gratis total unos Presupuestos que nos llevarían a un desastre económico todavía mayor. Por ello, la destitución de Álvarez de Toledo sería el presente del líder del PP para complacer al sistema y a sus “amigos” social-comunistas. El despropósito no puede ser de mayores
dimensiones. A pesar de ello hemos visto sesudos análisis y elaboradas declaraciones para justificar, tanto en la izquierda como en la derecha, que Casado se ha rendido al marianismo y al sorayismo. Es curioso que estos políticos, politólogos desinformados y periodistas animosos olviden la política dura y contundente que hizo el PP a Zapatero cuando estaba en la oposición.
Una regla muy conocida de la política es que la desaparición del líder significa la extinción de los pelotas que le seguían a la espera de un cargo o de mantenerse en él. En cierta ocasión, le comenté a Arriola que había visto a Aznar tenso o distante en una reunión y me contestó que pensaba que los que acudían a verle le hacían la pelota para conseguir un cargo o algún favor. No le faltaba razón. En muchas ocasiones he escuchado a los políticos o directivos ambiciosos decir al líder esa frase de “cuando tú te vayas me iré contigo” o “mantendré tu legado”. Esto hace que no me fíe de quien dice semejante falsedad. El PP tiene ahora un escenario político muy favorable y lo de Cayetana no deja de ser una anécdota, aunque espero que Casado no se vuelva más desconfiado tras esa traición. Es bueno no ser un político profesional al uso. En primer lugar, Sánchez no romperá con Podemos y los independentistas para dar paso a un gobierno de coalición de centro que es lo que necesita España. Lo siento, porque sería lo más adecuado para hacer frente a la pandemia y la debacle económica. Este segundo aspecto producirá un problema social mayor del que la sociedad se imagina ahora que está adormecida por el periodo estival y las ayudas económicas. No hay dinero en caja y el endeudamiento será insoportable. Por ello, se necesitaría emprender reformas profundas, pero con un ejecutivo tan radical lo veo imposible.
Por más que insista el gobierno y su aparato político y mediático es disparate que el PP se someta y alcance acuerdos que abran el paso a la izquierda radical y el independentismo en el Poder Judicial y el Tribunal Constitucional. Es algo de sentido común. Tras el escándalo de la Fiscalía General del Estado, que muestra el sentido que tienen de la independencia y el respeto al espíritu de nuestra Carta Magna, solo faltaría que se ceda el control de esos dos órganos constitucionales fundamentales a la izquierda y el independentismo. No creo que nadie piense que Casado se ha vuelto loco. Y, finalmente, ¿qué lógica tiene apoyar unos Presupuestos Generales del Estado que sirvan para hacer que la situación económica sea más catastrófica?
Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).
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