Opinión
¿Por qué nuestro crecimiento potencial es tan bajo?
El crecimiento potencial de la economía española a largo plazo es inferior a un 1,5%. Lo denunció el Banco de España hace varios años y desde entonces ningún gobierno se ha preocupado demasiado por esta amenaza. ¿Y por qué nuestro crecimiento potencial es tan bajo? Por varios factores. Primero, por nuestro envejecimiento demográfico. Las poblaciones ancianas trabajan y asumen menos riesgos que las jóvenes. Segundo, por el estancamiento de la productividad, lo cual a su vez se explica por el escaso tamaño medio de nuestras empresas (las pymes tienen escaso potencial innovador), por el insuficiente nivel del capital humano y tecnológico y por nuestro disfuncional mercado laboral. Y tercero, por nuestro elevado endeudamiento público, el cual nos aboca a una política fiscal contractiva durante los próximos lustros. Para sanear nuestra posición financiera, necesitaremos gastar menos e ingresar más, lo cual penalizará la rentabilidad de las inversiones. Cualquier plan gubernamental que pretenda elevar el crecimiento potencial de nuestra economía debería solucionar alguno de estos tres problemas o, idealmente, todos ellos a la vez. Primero, fomentar un aumento de la población joven (ya sea con más inmigración o con más nacimientos); segundo, contribuir a aumentar el tamaño de nuestras empresas (derogando toda aquella legislación discriminatoria que penaliza el crecimiento corporativo), fomentar la acumulación de capital humano y tecnológico (mejorando nuestro sistema educativo y exponiéndolo más a las necesidades del mercado, así como liberalizando los mercados para presionar a que nuestras empresas innoven para poder competir) y solucionar las deficiencias de nuestro mercado laboral (combatiendo la dualidad y la falta de flexibilidad); tercero, frenar la acumulación de deuda pública en el presente para facilitar el saneamiento futuro sin una política fiscal excesivamente contractiva, así como solucionar el agujero del sistema de pensiones que tanto sobrecarga nuestra solvencia futura. Como decimos, cualquier plan que no tenga en cuenta todos estos elementos no logrará relanzar el crecimiento potencial de nuestra economía. Pues bien, en su alocución ante los principales directivos españoles, Pedro Sánchez se ha comprometido a impulsar el crecimiento a largo plazo por encima del 2%. Nos ha dicho que tiene un plan pero es un plan que no contribuye a solventar ninguno de los retos anteriores (algunos, como el endeudamiento público, incluso se ven agravados) y, por tanto, será un plan fallido en el largo plazo económico. No así, necesariamente, en el corto plazo político. El discurso de Sánchez ante la clase directiva patria tenía el único propósito real de presionar al PP para que apoye el proyecto de presupuestos de Sánchez. Todo el triunfalismo de Sánchez se condiciona a salvar la papeleta de aprobar las cuentas de 2021. Pero ni Partido Popular, ni Ciudadanos ni Vox deberían convertirse en la comparsa de la coalición entre el Partido Socialista y Podemos. Si se presentan unas cuentas que sean positivas para nuestra economía, adelante. Pero si son cuentas que sólo sobredimensionan el tamaño del Estado y de su deuda, entonces no deberían recibir su apoyo. Por mucho que Sánchez tramposamente nos venda que son claves para elevar el crecimiento potencial de España.
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