Política
El Gobierno progresa, pero ¿hacia dónde?
Como no podía ser de otra manera, el resultado del balance que un grupo de profesores ha presentado en el denominado «primer ejercicio de rendición de cuentas metódico de la historia del Gobierno de España» es computable matemáticamente. Según dicho dictamen, el Gobierno ha cumplido el 23,4% de sus compromisos en el primer año de Legislatura. Tal y como dijo ayer Pedro Sánchez, de haber contado con una oposición «leal», es decir, hecha a su medida, no cabe duda de que se hubiera llegado a la cuarta parte exigida. El promedio no es malo: al final de la legislatura se llegará al 93,6% de lo juramentado en el programa de gobierno. Nadie lo puede poner en duda ya que se desconoce la metodología aplicada, porque, efectivamente, la Ley Celaá ha sido aprobada, pero sin contar el destrozo político causado. Es decir, cumplir al cien por cien un programa no es sinónimo de ir por el buen camino. Puede, incluso, que se vaya irremediablemente en la mala dirección. Basta un ejemplo: incumplir el aumento del SIM va en contra del programa, pero favorece a que no se pierdan más empleos. Es sintomático que el Gobierno más recargado ideológicamente, utilice un método tan tecnocrático. Tampoco sabemos si cada punto del programa vale lo mismo, si sacar a Franco de su tumba es más importante que el Salario Mínimo Vital –aprobado con el voto de todos los partidos–, aunque sea un desastre de gestión. A su favor suma que la pandemia le ha obligado a improvisar y, en buena medida, a gobernar de verdad, pero de eso dio poca cuenta ayer y prefirió dejar a un lado los 50.122 fallecidos por coronavirus y su puntuación en la valoración final. Sabíamos que Sánchez había llegado a La Moncloa con el voto táctico de los grupos que tienen como objetivo acabar con el orden constitucional, pero no que los convirtiera luego en piezas clave de la estrategia para permanecer en el poder. ¿Sabemos las consecuencias que puede tener apartar al PP en cuestiones de Estado para suplirlo por ERC y Bildu? Nada de ello ha sido valorado ahora.
Tampoco estaba previsto un indulto a los golpistas del 1-O, que ahora no niega: «El Gobierno apuesta por el reencuentro», dijo. Pero añadió algo de su estrategia electoral en Cataluña, que debe ser lo que le ocupa más tiempo: en Cataluña, «todos cometimos errores». Pero, ¿cuáles? Aparte de que el Gobierno no es nadie institucionalmente para juzgar la progresión de la Monarquía parlamentaria hacia «la España del siglo XXI», cualquier Ley que quiera regular a la Corona, lo digan o no los expertos de turno, no podrá hacerse sin contar con el PP. No podrá hacerse sin recortar las atribuciones ya marcadas en la Constitución. Puede que sea esta la última posibilidad que le quede a Pablo Iglesias para derribar el «régimen del 78» y también la última que le quede a Sánchez para frenar definitivamente a su vicepresidente. De ello nada dijo en el balance porque el daño no ha sido menor.
✕
Accede a tu cuenta para comentar