Opinión

Entreguerras y entrevirus

Mis hijos me aseguran que las redes sociales están que arden en tiempos de Covid, que de allí salen amores de usar y tirar a destajo y que la gente no teme al virus ni a ningún otro contagio.

«Serán los jóvenes», supongo yo. Pero parece ser que el amor no tiene edad, aunque a los de la mía les cueste más el del siglo XXI, quizás por aquello del analfabetismo tecnológico.

Y entre ellos hay numerosísimos amantes de las normas entre los solteros y las parejas rotas, que por no saltarse confinamientos y recomendaciones están a punto de perder la cordura.

Y eso es lo que aseguran los expertos que le ocurrirá al mundo en cuanto se vea la luz a través de una rendija: que enloquecerá.

Según sociólogos y psicólogos: el desenfreno acecha a la vuelta de la esquina. Y por eso, en cuanto estemos todos vacunados o inmunizados, lo que acontecerá parece que dejará a los locos años veinte convertidos en prácticas para ursulinas.

Sexo, fiestas, alcohol, drogas, despilfarro a raudales y capricho. Todo cabrá –al nivel de cada cual, que en el caso de algunos será minimísimo tras la crisis–, en ese ansia de hedonismo que lo impregnará todo.

Quienes con mayor rapidez se lanzaran al disfrute y no se resistirán a la tentación serán los más jóvenes, que pese a haber tratado de esquivar las prohibiciones para mantener alguna relación social y sexual, las querrán ahora todas juntas y excesivas, huirán aún más del compromiso y se dispondrán a vivir cada instante como si fuera el último.

Solamente algunos lastrados por la tragedia no encontrarán las ganas de tener ganas; pero el resto exprimirá la vida más que en el periodo de entreguerras, tal vez pensando que este podría serlo de «entrevirus».