Opinión
La sudadera de Iglesias y la lista antisistema
Esta exaltación de lo ilícito como medio de trabajo refleja que Iglesias y su equipo pasan del ordenamiento legal
Hay que reconocer que Iglesias está otra vez en su salsa, aunque dudo que le vuelva a funcionar. No es necesario escandalizarse con que se enfunde con la sudadera y abandone el «uniforme» de vicepresidente progre. Los pijo revolucionarios son muy dados a mezclarse con el proletariado y las crisis son el terreno abonado para sus ideas distópicas. En otras ocasiones he comentado que las mansiones de la aristocracia y la burguesía no desaparecieron con la llegada del comunismo en Rusia, China o Cuba, por citar algunos ejemplos, sino que cambiaron de manos.
Eso de vivir con modestia no es propio de los populismos, sino de democracias avanzadas del norte de Europa. Iglesias y sus amigos no vivirán en un modesto apartamento como el primer ministro holandés, Mark Rutte, o harán algo tan «excéntrico» como Aznar cuando incluyó su estancia en La Moncloa en su declaración de renta. El Palacio Real no dejó de utilizarse cuando Alfonso XIII abandonó España, tras unas elecciones municipales que los republicanos convirtieron en plebiscitarias y sufrió la «traición» de sus fieles, sino que fue ocupado por los presidentes de la Segunda República. Por cierto, Franco prefirió un edificio más modesto, aunque muy bonito y lleno de historia, como es el palacio real del Pardo que por metonimia pasó a servir como designación de la jefatura del Estado.
Tras enfundarse la sudadera, término que permite acepciones irónicas y más conociendo al personaje, decidió regresar a Vallecas y a los orígenes imaginarios de su activismo político. No hay que darle el valor de un gesto heroico, porque su abandono del Consejo de Ministros responde al aburrimiento que le atenazaba y la necesidad de salvar a su partido de un agónico declive. Es verdad que sus hagiógrafos mediáticos lo muestran como el postrer sacrificio del líder, aunque es un exceso que produce rubor y que me recuerda a los cronistas medievales cuando escribían sobre sus soberanos.
Ahora solo falta que acuda al bar de la facultad para diseñar la campaña y se completará el círculo. A Iglesias le va más el activismo que la gestión, aunque sus votantes esperaban más del caudillo populista. La excusa de que estaba en minoría en el Gobierno, algo que era evidente, casa mal con la continuidad de sus compañeros, aunque su objetivo será darle muy mala vida a Sánchez con su demagogia ahora que está fuera de los despachos que soñó asaltar.
Es interesante constatar la regresión a Vistalegre cuando derrotó a Errejón y se sembró la semilla de la destrucción de Podemos. En aquel entonces creía que su odiado enemigo podía ser un candidato ideal para ganar la Comunidad de Madridy superar a los socialistas. Los comunistas y populistas quieren acabar con la democracia que llaman liberal, la burguesía y el capitalismo, pero antes que esto su prioridad es acabar con los odiados disidentes. La lucha fratricida entre los antiguos aliados permitió que el centro derecha recuperará la capital española y mantuviera la Comunidad de Madrid.
Casado debería tener en la futura sede del PP una sala de benefactores con las fotografías de Iglesias y Errejón en tamaño natural. Su desunión fue determinante y ahora creo que lo volverá a ser en beneficio de Ayuso que han convertido, aunque méritos no le faltan, en una de las grandes figuras de la política española y el baluarte para que los antisistema de Iglesias no consigan el gobierno de Madrid.
Hay que partir de la base de que la lista de Unidas Podemos es una clara declaración de intenciones sobre cuál es el modelo que impondría si forman un gobierno de coalición de izquierdas. Esta en su derecho a colocar a Serigne Mbaye, aunque resulta inquietante que sea el portavoz del Sindicato de Manteros, que es una actividad ilegal que vulnera los derechos de autor y de propiedad industrial. Esta exaltación de lo ilícito como medio de trabajo refleja que Iglesias y su equipo pasan del ordenamiento legal e ignoran conceptos como el mérito, la capacidad y el esfuerzo.
Lo que se trata es de vivir a costa del sacrificio de los demás. Los cineastas, escritores y diseñadores deberían reflexionar, pero también los que trabajan para las empresas que sufren la falsificación de sus productos que luego son vendidos por los manteros que apoya Iglesias. La presencia de los promotores de plataformas antidesahucios y defensores de la okupación es otro eje de su lista electoral. En cualquier caso, el mensaje es muy claro y contundente en favor de destruir la legalidad. En infinidad de ocasiones he expresado mi apoyo a alternativas habitacionales, que corresponde emprender a las administraciones públicas, así como establecer una acogida de inmigrantes de forma ordenada y responsable. Una cosa es no criminalizarlos y otra muy distinta aplaudir las actividades ilegales que atentan contra los derechos de otros ciudadanos españoles.
La izquierda política y mediática ha conseguido establecer el canon de lo correcto, algo que es, simplemente, deleznable. Por ello, las críticas a la lista de Iglesias reciben los ataques más furibundos y hay que ir con cuidado de que no te acusen de racista. Mientras los medios de comunicación, las instituciones y los artistas defienden la propiedad, porque el robo de derechos causa un daño enorme, los antisistema se muestran satisfechos de atacarlo sin que sus «compañeros de viaje» periodísticos lo critiquen. No tiene sentido, pero quién puede defender que la política populista lo tenga.
El mensaje que hay que transmitir en las escuelas, institutos, centros de formación y universidades es que no hay que esforzarse. Hay que incorporarse a Unidas Podemos, donde no importa el mérito y la capacidad. Lo único que cuenta es el amiguismo, el clientelismo y el activismo, porque es posible vivir a costa de los demás y del erario. Es decir, que paguen otros con sus impuestos para que ellos vivan bien y se enriquezcan.
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