Editorial

Grietas en los pactos entre PP y Cs

Cuando dos partes hacen una interpretación diferente de un acuerdo sellado hace dos años es que el interés ya no es el mismo o, por la razón que fuese, se ha perdido la confianza. Esto es lo que ha sucedido en la ruptura del pacto de gobierno que PP y Cs habían acordado en el Ayuntamiento de Granada. Mientras los populares sostienen que el pacto suponía que el alcalde, de Cs, estaría dos años, éstos aseguran que estaría los cuatro años del mandato. Cuando, como decíamos, las dos partes hacen una lectura diametralmente diferente a lo acordado tras las elecciones municipales de mayo de 2019, es que ambos partidos se ven como adversarios directos. Hay que partir de un hecho que no es menor: el PP obtuvo siete concejales, frente a cuatro de Cs, lo que permitió, pese a la diferencia que la alcaldía fuera para el partido naranja y, a la postre, evitase un gobierno del PSOE, que había ganado con diez ediles. Que ahora se diga que no hay ningún documento que demuestre las condiciones del pacto es insustancial ante el derrumbe de la coalición, al perder el alcalde el apoyo del PP y de dos de los concejales de Cs. Es ahí donde esta crisis va más allá de Granada, pues es la primera que se sufre en el ámbito andaluz, donde ambos partidos gobiernan en la Junta. Aunque tanto el presidente, Juanma Moreno, como el vicepresidente, Juan Marín, exhiben la estabilidad del pacto, no hay que perder de vista que tras la fallida moción de censura de Murcia y las posteriores elecciones en la Comunidad de Madrid y el arrollador triunfo de Díaz Ayuso, el tablero político ha quedado trastocado. Tampoco hay que descartar que, ante la falta de apoyos, el alcalde granadino, Luis Salvador, acabase pactando con el PSOE, lo que supondría reproducir la moción de censura prevista en Murcia, aunque motivada por la dificultad por la que atraviesa Cs. Sobre el papel, será difícil que se abra una crisis en la Junta de Andalucía, no tanto por deslealtad en la formación de Marín, muy al contrario, sino por reagrupar el voto de la derecha sin dependencias fuertes de Vox, siguiendo el ejemplo de Madrid. Esta crisis se produce precisamente en un momento en el que los populares están absorbiendo a numerosos cuadros de ciudadanos con el objetivo innegable de quedarse con sus votantes. En un momento en el que el Gobierno está empeñado en los indultos y el centro derecha se enfrenta a una crisis de Estado inédita, plantear renovar sus alianzas no es lo más aconsejable.