Pedro Sánchez
Durmiendo con tu enemigo
Pedro Sánchez tiene en casa la amenaza principal, y es Podemos. La bandera que levantan y con la que confían recuperarse ellos también implica abrir brechas en el Ejecutivo.
Hoy miércoles Pedro Sánchez despliega sus armas de seducción masiva ante lo que tan pomposamente gusta el Gobierno llamar la sociedad civil. Habremos pasado, pandemia y crisis económica mediante, del «España puede» a la «recuperación justa», que es lo que ahora toca.
Con la luz disparada en un incesante chisporroteo que amenaza con chamuscar el cada vez menos abultado crédito del Gobierno, y la inflación en alturas de hace una década; con la previsible presión sobre pensiones, salarios y alquileres de ese 3,3 por ciento de incremento de precios, y un socio de gobierno como Podemos decidido a aprovechar los meses que quedan hasta las próximas elecciones para recuperar su bandera de impulsor de los cambios sociales para la Historia, Pedro Sánchez vuelve a tirar de chistera y saca un conejo gigante y algodonoso, promesa de suculencia inminente, para presentarlo como el gran proyecto de país de aquí a que en dos años tengamos que volver a las urnas.
Ayer, el Consejo de Ministros sacó adelante un plan normativo, en principio para lo que queda de año, que no es mucho, con 144 medidas calificadas por el ministro de la presidencia Félix Bolaños como el impulso modernizador que necesita España en estos momentos. La música es buena. El asunto suena bien. Asomarse al futuro mirando más allá del horizonte es plausible. Hasta me atrevería a decir que admirable.
Pero me plantea, y aquí lo confieso, alguna duda. Las últimas encuestas sobre intención de voto siguen apuntando a la baja para los socialistas. Las dos primeras conocidas en este nuevo curso dejan en el aire la posibilidad de un gobierno del Partido Popular con el apoyo de Vox. Probablemente ese es el momento de toda la legislatura sanchista en la que el presidente y el PSOE más inquietos están por la creciente desafección popular. Tal es la preocupación que de momento nadie, salvo Yolanda Díaz, ha vuelto a hablar de subir impuestos. Y hasta han aparcado la reforma del Código Penal no fuera a ser que cambiar el delito de sedición para dar gusto al independentismo catalán contribuyera a lastrar aún más la posición del Gobierno.
Si Sánchez es capaz de ofrecer credibilidad hoy a empresas y sindicatos y tiene su gabinete la habilidad de enderezar la situación económica de aquí a final de año, es posible que consiga recuperarse de los calambres de la luz, los aullidos del amigo catalán y hasta las cuentas aún pendientes de la covid. El dinero de Bruselas, ya en marcha, va a ser crucial, es la tabla sobre la que surfear la ola.
Pero tiene en casa la amenaza principal, y es Podemos. La bandera que levantan y con la que confían recuperarse ellos también implica abrir brechas en el Ejecutivo. Y si hasta ahora parecían contenerse, no ir más allá de la cosa dialéctica, con lo de la luz se diría que están dispuestos a jugar fuerte. La llamada a la movilización mientras cuestionan la inacción del gabinete del que forman parte, es la prueba del algodón de esa disposición a ir a por todas. No sé si terminará cristalizando, pero ruido hacen ya y de ganas andan sobrados.
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