Política

Trabajando a tope

La «recuperación justa» y lo de «no dejar a nadie atrás» no son más que recursos retóricos

La declaración más frecuente que últimamente repiten los miembros del gobierno, sea cual sea el asunto sobre el que se les pregunte, es que «estamos trabajando» en esto, en lo otro y en lo de más allá. Ya se ve que eso de trabajar debe tener buena prensa y, posiblemente, satisface también a muchos ciudadanos, tal vez porque piensen que, ya que para ellos lo del curro está chungo, al menos que trabajen los del gobierno. El caso más extremo que he visto reflejado en la prensa sobre todo esto es el de Marlaska, que como todo el mundo sabe acumula unos cuantos asuntos más o menos turbios y que, cuando se le preguntó el otro día si iba a aceptar algún atisbo de culpabilidad, respondió tajante: «Yo la única responsabilidad que asumo es la de trabajar y seguir trabajando».

El caso es que al gobierno se le amontonan ya los problemas: que si la luz, que si las ayudas que no llegan, que si el IMV, que si los ERTE, que si el salario mínimo, que si las transferencias prometidas a Ortuzar, que si lo de Cataluña, que si la inflación, que si los presupuestos. A lo que parece eso de la «recuperación justa» y lo de «no dejar a nadie atrás» no son más que recursos retóricos que poco tienen tras de sí en lo que a políticas sólidas y efectivas se refiere. Y claro, como ha recordado hace nada la ministra Belarra, «en los próximos meses el gobierno se juega su reelección»; y eso son palabras mayores.

Por eso a los ministros no les queda otra que trabajar a tope y echarle horas. Sin embargo, lo malo de trabajar mucho es que, al cabo de cierto tiempo, se entra en eso que los economistas llamamos «rendimientos decrecientes» y, entonces, los resultados no acompañan porque la productividad marginal se hace cada vez más pequeña. En política esto es ir de fracaso en fracaso dando la sensación de que poco o nada se arregla; y no vale ensalzar el esfuerzo cuando los frutos son tan exiguos que aparecen difuminados.