Bildu

Presopuestos (y no es una errata)

Deberíamos llamarles presopuestos, con la O de los presos que tanto le interesan a Bildu y a Esquerra, que son los votos que Sánchez necesita

Los Presupuestos que acaba de presentar el Gobierno parten de datos de crecimiento falsos, elevan el déficit, castigan el ahorro, suben los impuestos, introducen todo tipo de cheques electorales y aumentarán el paro. Y con ser todo bastante grave, no es lo peor, porque son, ante todo, unos presupuestos que, para aprobarse, necesitan del apoyo de los partidos políticos que representan la antítesis de los valores constitucionales y europeos, la democracia liberal y la economía de mercado. Así que, si van a salir caros en términos económico-financieros, no digamos cómo lo van a ser en términos políticos, habida cuenta de que Pedro Sánchez siempre prefiere la cesión y la rendición con tal de ir sumando minutos de presidente. Haríamos bien en cambiarles el nombre, porque, más que presupuestos, deberíamos llamarles presopuestos, con la O de los presos que tanto le interesan a Bildu y a Esquerra, que son los votos que Sánchez necesita para sacar sus cuentas adelante, una vez que tiene el nada barato apoyo de sus socios de Podemos. Las cifras macro de estos presopuestos, con O, son 9 indultos a los golpistas condenados por el Supremo, 0 esfuerzos para que Puigdemont pueda ser juzgado en España y 250 acercamientos de terroristas condenados por la Audiencia Nacional. Eso sin contar las concesiones de terceros grados a presos de ETA, sobre las que los tribunales le han dado esta semana un tirón de orejas al Ministerio del Interior, por sustituir los preceptivos arrepentimientos expresos a los que obliga la ley por cartas genéricas hechas con corta y pega en las que incluso se utilizan expresiones intolerables como la de «lucha política». Del apoyo de Podemos ya conocemos el primer pago: una Ley Estatal de Vivienda intervencionista y que ahuyenta a los inversores, que no logrará rebajar el precio de ningún alquiler, salvo el que paga políticamente Sánchez por mantenerse en el Palacio de La Moncloa. Y junto a las necesidades de socios y allegados, las urgencias propias del inquilino en La Moncloa, que ya piensa en el comodín de unos comicios que todavía no tienen fecha, pero en los que, como es lógico y natural, votarán por primera vez los jóvenes que cumplan los 18 años durante esta legislatura. Y para animar el voto, nada mejor que un abono cultural en el que están incluidos los videojuegos, pero, como Yolanda Díaz manda más que Calviño e Iceta, se han excluido las corridas de toros, bajo la premisa de que la Fiesta no es cultura, pese a lo que dice la Ley de Patrimonio y una sentencia del Tribunal Constitucional, además de personajes tan indiscutibles para la izquierda como Federico García Lorca y Miguel Hernández. A falta de toros, esperamos que el abono permita asistir al estreno de «ZP Returns, La amenaza de los cheques-campaña». Y mientras el Gobierno presupuesta, la luz sigue subiendo y los fallos se siguen acumulando. En su doble acepción, porque se trata de malas decisiones y también de reproches de los tribunales. Esta semana, además del ya mencionado sobre la progresión de grado a los protegidos de Bildu, dos nuevos varapalos del Tribunal Constitucional: uno por el cerrojazo del Parlamento durante el también inconstitucional Estado de Alarma, y el otro declarando plenamente constitucional la Prisión Permanente Revisable, un instrumento útil y justo que reclaman las víctimas que Sánchez insiste en querer derogar. Otro dato más de un Gobierno preso de los presos, siempre cerca de los condenados y lejos de las víctimas. Pero no debe olvidarse que es imposible engañar a todos todo el tiempo, como decía Lincoln, y ya ha llegado ese momento.