Política
El traidor, la rival y el ex
Él tiene la lengua suelta y habla y habla, aunque se esté enfrentando a quien tiene mucho más poder que él
Desde que le obligaron a abandonar el puesto el rencor ha ido creciendo y llevándole a cometer errores, uno tras otro. La herida sangra tanto que no ha dejado de convocar almuerzos y hacer llamadas para malmeter contra quien fuera su «jefe». Está en el mercado, aunque lo niegue, y dispuesto, además, a trabajar para el adversario del «jefe». De hecho, ya hay quien va contando por los correveidiles de Madrid que ha estado con él, y que él le la contado que ya está al servicio de quien puede hacerle más daño en el futuro a su último ex. Es un profesional, pero la profesionalidad también se demuestra disimulando las heridas y no hablando mal del amo por el que vendías tu alma hasta hace nada. En el ámbito privado algunos de los que están muy arriba afirman que no le contratarían jamás, no ya por ser bueno o malo en su trabajo, sino por la «deslealtad» que está demostrando hacia su anterior patrón. Pero él tiene la lengua suelta y habla y habla, aunque se esté enfrentando a quien tiene mucho más poder que él y más medios para responder al ataque.
Al final, como tantas cosas, es una pelea de egos, que saca los colores al bajo nivel de ciertos puestos de responsabilidad y, sobre todo, que desnuda el terrible factor humano. A quien ahora corteja puede que se deje querer. No le viene mal conocer los secretos mejor guardados de su actual compañero y futuro adversario. Y él se los sabe todos, como está ya aireando estos días en una mezcla de fantasía y realidad que le hacen tanto daño a él como a su ex. Aunque llegados a este punto, qué más da si el rencor puede más que la utilización racional de los instrumentos al servicio de la venganza. Porque en el entorno del ex jefe sabían que fuera de «palacio» era un peligro, pero se ha manejado con tan poca inteligencia que el daño a la «compañía» ya no preocupa tanto. O, al menos, no tanto como en el momento del despido.
Este enfrentamiento visceral, a nivel de teleserie, no es lo único que entretiene los correveidiles de Madrid porque las rivalidades por ese incorregible factor humano pesan a un lado y a otro. Y si no que se lo digan a ella, alejada del líder no ya sólo por la desconfianza impuesta en la «corte» de éste. El problema se hace irresoluble cuando la mujer del que te manda ha decidido colocarte en la lista negra. Y ella ya lo está, y pudo tomar nota de ello en el último acto en el que coincidió públicamente con la consorte del que la manda.
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