Libros

El Planeta feminista

La licencia del seudónimo despliega el poder del «qué» sobre el «quién» y certifica la paridad de creación y publicación en España

Durante la campaña de Kennedy en Manhattan en los años 60, Gay Talese y Saul Bellow compartieron taxi con Gloria Steinem para trasladarse de un acto a otro. En un momento del recorrido, Talese, comportándose como si estuvieran solos, le dijo a Bellow: «Ya sabes que todos los años llega a Nueva York una chica guapa dándoselas de escritora, ¿no? Pues Gloria es la chica guapa de este año». Steinem es periodista, escritora, una de las principales activistas por los derechos de la mujer en Estados Unidos y flamante Premio Princesa de Asturias. A sus 87 años, y con una trayectoria de reivindicación indiscutible, confiesa que, al recordar aquel comentario, aún se pregunta «¿por qué no protesté, por qué no me bajé del taxi dando un portazo?». La respuesta, quizá, la guarda el tiempo transcurrido desde entonces: las distintas olas del feminismo han impulsado a las mujeres a poner voz (cada vez más alta) frente a los tics machistas y a las discriminaciones injustificadas. A veces la realidad, tozuda, se empeña en explicarnos por dónde va y sucede que Steinem recibe su homenaje la misma semana que se celebra el Día de las Escritoras y, además, cuando el Premio Planeta ha desvelado que una superventas ocultaba las historias gestadas en la mente de tres hombres. Y en tiempos «woke», de cultura de cancelaciones y eclosiones de victimismos, el juego literario solivianta las inquisiciones digitales y hasta las analógicas (una librería ha decidido no vender los libros de Carmen Mola), recreándose en miopes interpretaciones. Lejos, muy lejos de convertirse en traición a la memoria de las mujeres que nos precedieron y tuvieron que esconder sus letras bajo una identidad masculina, la licencia del seudónimo despliega el poder del «qué» sobre el «quién» y certifica la paridad de creación y publicación en España. El Planeta, alegoría de libertad, impulsa el reconocimiento a las escritoras. A todas. Recién llegadas, consagradas, guapas (ay, Talese), de cualquier estilo, categoría o condición, incluso a las imaginarias. ¿No era esa la igualdad?