Política

Hacia la dictadura populista

La democracia pluralista plena está gravemente amenazada por la tentación populista de un sector de las nuevas generaciones

Desmoronado el muro de Berlín, la Unión Soviética tiró la esponja comunista y se rindió en la guerra fría ante la fuerza colosal de los Estados Unidos de América. Resistió China. Y también Fidel Castro que puso en marcha el Foro de Sao Paulo para salvar de la guerra los muebles totalitarios. La «pax americana» y el orden social democrático se impusieron. Castro le dijo entonces a Hugo Chávez: «En el siglo XXI, el comunismo solo será posible con elecciones». Se alarmó el caudillo venezolano: «Pero ¿y si se pierden, comandante?». «Es que no se pierden –aclaró el dictador cubano– Se manipulan».

Veinte años después la democracia pluralista se tambalea en todo el mundo. En Afganistán, Estados Unidos ha abdicado el imperio y se ha retirado de forma vergonzosa. Y además miserable porque parece confirmarse que entregó el control del país a los talibanes a cambio de que no hubiera terrorismo en Estados Unidos. China por su parte ha quebrado el baldón comunista de gobernar sobre la miseria y se trata de una nación de 1.400 millones de habitantes, treinta veces más que España.

Un sector cualificado de las nuevas generaciones, incluso en Europa, no cree ya en el sistema democrático occidental, abrasado por el tsunami de la corrupción y la fragilidad política. Los filósofos de la Historia anticipan un nuevo orden social. Arnold J. Toynbee ya lo hizo en 1974 consciente de lo que significaban el acoso del terrorismo internacional y la inmigración. Desde el Vaticano del Papa peronista hasta la China heredera de Mao Tse-tung se camina por nuevos e inciertos senderos. En Iberoamérica y en África negra son muchos los países que se han instalado ya en el grito populista, casi todos en el populismo de extrema izquierda, aunque los hay también que se mueven en los bordes de la extrema derecha populista.

La democracia pluralista ha dado al mundo largos años de paz, de libertad, de progreso económico, de estabilidad social. El fantasma del populismo amenaza ahora con la dictadura y se escucha ya el rumor de los pasos totalitarios. Son las sandalias, o tal vez las alpargatas, de los césares que llegan.