Congreso de los Diputados
El esperpento llega al Congreso
Al estilo de los tribunales populares, se asume la condición de culpable en un juicio mediático sumarísimo
Lo que se vivió este jueves en el Congreso de los Diputados fue un auténtico esperpento. El lío montado con la candidatura del catedrático Enrique Arnaldo como magistrado del Tribunal Constitucional fue antológico y un desprestigio para la institución que representa a todos los españoles. Al margen de las ideologías, había un acuerdo que fue incumplido por algunos diputados socialistas y podemitas que mostraron sus fobias e intereses partidistas. Lo único importante era determinar si reúne o no las condiciones para asumir un cargo tan importante. Es evidente que tiene un currículum que lo hace idóneo, ya que es un jurista de gran calidad con una sólida formación y trayectoria. Lo que se buscaba era la descalificación de brocha gorda y el desprestigio personal. Ninguna de las noticias publicadas por los medios de comunicación pone en cuestión que cuente con méritos más que suficientes para el cargo. Fue una nueva inquisición al estilo de los tribunales populares, donde se asume la condición de culpable en un juicio mediático sumarísimo en el que no es posible defenderse. Arnaldo no merece ser magistrado del Tribunal Constitucional, porque no es de izquierdas. Es su pecado capital.
Mi despacho en la universidad está a unos pocos metros del suyo. Hace muchos años que lo conozco y es un excelente jurista. Ha superado cuatro oposiciones y cuenta con numerosas publicaciones, que son referencia incuestionable dentro de la doctrina. No me parece que se pueda minusvalorar a alguien que es letrado de las Cortes, catedrático de Derecho Constitucional y miembro del Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado. Odón Elorza y los que le han acompañado en su voto en contra, rompiendo la disciplina de sus grupos parlamentarios, lo han hecho por sectarismo e inquina. No les gusta porque lo consideran próximo al PP, pero es muy interesante constatar que no adoptan esta visceral beligerancia al valorar a los que son afines a sus ideas. En este caso sí son idóneos, porque cuentan con el aval del PSOE y Podemos. Es lamentable que la ideología partidista influya en una votación tan importante para cubrir las plazas vacantes en un organismo constitucional. Es una nueva muestra de esa deleznable politización que afecta a la credibilidad de las instituciones y que debería resolverse.
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