España

Brindis al sol

Que desaparezcan los ongi etorri a los etarras excarcelados. Que no se acose a un niño por recibir educación en castellano. Que quienes reniegan de España no dirijan nuestras instituciones

Bienvenidos a la Nochevieja más incierta, con media España bajo los efectos de Ómicron y, el resto, con un test de antígenos a mano. Con el virus galopando de Norte a Sur. Con el corazón encogido ante esta nueva variante que lo ha descabalgado todo, y que esta noche promete generar multitud de contagios en miles de inevitables macrofiestas. El test, por favor, lo más ajustado a vuestra cena. La mascarilla puesta, que corra el aire y, por cada uva, un deseo.

Hago con vosotros este ejercicio de ilusiones, mi brindis al sol: la primera uva pide algo tan obvio como básico, salud a raudales en 2022. Salud para que afrontemos el desafío de la vida, salud para todos nuestros seres queridos.

La segunda va por vosotros, sanitarios, que de tanto nos habéis salvado. Que el año que viene os regalen un sistema fortalecido y no cogido con pinzas, incapaz de responder a la explosión de casos de coronavirus y de tratar, a la vez, otras patologías.

Y ahora que la vacuna nos libra de tantos ingresos y muertes, mi tercera uva pide un tratamiento viral efectivo en 2022, que erradique esta pandemia.

La cuarta uva que sea económica, próspera, que bajen los precios y los impuestos, que para usar la electricidad no haya que consultar previamente tramos horarios, que repostar no suponga un enfado, que un alquiler no se lleve más de la mitad del sueldo.

Y como no hay quinto malo, la quinta va por nuestra juventud tan preparada y, a la vez, tan asfixiada, sin horizonte laboral. Ojalá dejemos de liderar las listas del paro juvenil. Ojalá mi hijo y el tuyo no tengan que emigrar como tantos otros para ganarse la vida.

La sexta uva tiene nombres canarios. Los de esos 7.000 palmeros que siguen desalojados tres meses después de la erupción del volcán. Que 2022 les traiga las ayudas prometidas.

Y ya que estamos en el capítulo de desastres naturales, con la séptima uva pido no más Filomenas en Reyes, no más riadas históricas, ni pirómanos asesinos de bosques, como el de Sierra Bermeja.

La octava, que sea para pedir que, por favor, el año que viene no tengamos que volver a informar de crímenes tan espeluznantes como el de las hermanas tinerfeñas Ana y Olivia. Hay tanto loco suelto por el mundo, tanto talibán desperdigado, que mi novena uva piensa en sus víctimas. En esas afganas que toman las calles de su país, clamando libertad.

Mirando a nuestros políticos, la décima uva les reclama menos circo en el Hemiciclo y más sentido común.

La undécima desea que desaparezcan los ongi etorri a los etarras excarcelados. Que no se acose a un niño por recibir educación en castellano. Que quienes reniegan de España no dirijan nuestras instituciones.

Mi última uva… te abraza. Feliz 2022.