Opinión

El felpudo de La Moncloa

El tiempo demostrará el grave error cometido por Garamendi al someterse a la voluntad del Gobierno

En el momento en que se alcanzó el lamentable acuerdo para modificar la reforma laboral parecía que el éxito estaba asegurado, pero se olvidaron de que los aliados parlamentarios no son unas meras marionetas al servicio de Sánchez o Díaz. Estamos ante un pacto que es lesivo tanto para las empresas como para los trabajadores y desempleados. El tiempo demostrará el grave error cometido por Garamendi al someterse a la voluntad del Gobierno olvidando que el papel de la CEOE no es convertirse en el felpudo de La Moncloa. Ha olvidado el famoso adagio de «Roma no paga traidores» y el tiempo pondrá a todo el mundo en su lugar. En lo personal me resulta una persona simpática, pero su liderazgo es catastrófico. Yolanda Díaz es muy lista y hábil, por lo que le ha tomado la medida y sabe cómo halagarle para conseguir sus objetivos. Garamendi es un millonario de Neguri, como le gusta recordar, con barco y mansión, tengo que enterarme si tiene avión y helicóptero, como el magnate Brian Cox de la serie «Succesion».

Uno de los sectores más afectados por la frívola decisión del líder de la patronal es el automóvil, pero que más le da teniendo en cuenta de que no le afecta personalmente. El problema es que la aprobación de la reforma hará un daño enorme a una industria fundamental y condicionará las decisiones de inversión, localización y adjudicación de modelos que tomen las multinacionales con plantas fabriles. Estoy convencido de que Sánchez conseguirá que los socios le apoyen, porque es más listo y hábil que ERC, el PNV, Bildu, BNG y CUP. El argumento más sólido es que no pueden votar con el PP y Vox. Es una tontería, pero es efectivo. La formación de Junqueras camina con paso firme al matadero, porque solo consigue migajas de su pacto con el PSOE. Lo único destacable fueron los indultos, que le venían muy bien al presidente del Gobierno para bajar la tensión. Había demasiado ruido y ahora hay silencio. Nada le puede resultar más grato. El aspecto más extravagante de esta situación es que los dirigentes independentistas saben que serán engañados y acabarán sometiéndose a Sánchez y Díaz, al igual que Garamendi, a cambio de algunas baratijas