Antonio Garamendi

Los cómplices de la reforma laboral

«La convalidación del decreto de la reforma laboral fue una traición del presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, a los empresarios»

Todo el mundo conoce el adagio «Roma no paga traidores». No importa la verosimilitud histórica. La tradición establece que la pronunció el procónsul Quinto Servilio Cepión cuando Audax, Ditalcos y Minuros intentaron cobrar la recompensa por asesinar a Viriato que era su caudillo. Es una frase que siempre me ha gustado, porque ha mantenido su vigencia a lo largo de los siglos. No hay nada mejor que los clásicos como fuente de inspiración para la literatura, el pensamiento o la política. Los personajes, el contexto y los escenarios cambian, pero las historias que explican y los ejemplos que ofrecen siempre resultan muy próximos. La traición, el engaño y la mentira son algo común en estos tiempos. No solo en la vida pública, sino en la profesional. La convalidación del decreto de la reforma laboral fue una traición del presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, a los empresarios. No solo por apoyar una norma que es objetivamente mala, sino por lo que vendrá a partir de ahora. El orgulloso aristócrata consorte de Neguri, que debe creer que desciende del rey Iñigo Arista, olvidó que el Gobierno no paga a los traidores, sino que los utiliza para sus intereses.

El Gobierno ha enseñado los dientes con el SMI y es solo el principio, porque sabe que el vanidoso líder de los empresarios está para servir y solo hay que hacerle la rosca. En cualquier caso, ahora no le necesitan y solo le queda rendirse a cambio de migajas, ya que saben que el kilo de Garamendi cotiza a la baja. Es bueno recordar que Yolanda Díaz fue acogida en el congreso de Comisiones al grito de «¡Presidenta, Presidenta!». No es algo que complaciera a La Moncloa. Por tanto, la prioridad son los sindicatos y la paz en las calles. Los empresarios pagarán la fiesta gracias a la miopía y soberbia del presidente de la CEOE que traicionó, además, al PP. El daño ha sido enorme, porque ha entregado a Sánchez el argumento para deslegitimar a Casado y utilizar la reforma laboral en su contra. La diferencia es que los sindicatos jamás hubieran cometido una traición a los trabajadores para conseguir una foto y una palmadita en la espalda. Garamendi se ha vendido por nada.