Poder
Garamendi: rico y próximo a la nobleza, los negocios familiares del cómplice de la reforma laboral
Él es un «pata negra» de Neguri y su mujer y su familia política son dueños del palacio del Negralejo y de un cátering que factura 24 millones al año
A los niños bien de Neguri se les reconoce con solo verlos y Garamendi, nacido allí, en Getxo, (Vizcaya), no puede disimular por sus, según dicen, doce apellidos vascos, su presencia y sus gustos, formar parte de esa gran burguesía que sin grandes alharacas hacia el exterior intenta manejar los hilos del poder. Antonio Garamendi Lecanda (63) es uno de los protagonistas de la última reforma laboral pactada entre patronal, Gobierno y sindicatos, que fue aprobada el pasado jueves con acusaciones de tongo en el Congreso de los Diputados. Ha sido la meta, provisional, de unas negociaciones en la que hubo que poner de acuerdo a la patronal y los sindicatos. Un galimatías donde entraban en juego dos ministras, la titular de Trabajo, Yolanda Díaz y la de Economía, Nadia Calviño, enfrentadas en lo ideológico y enemistadas en lo personal. Con un panorama así, algunos apuntan a que Garamendi se echó en brazos del poder, esta vez personificado en el Gobierno social-comunista, demasiado pronto, e incluso con agrado. Por otra parte, no parece que le importe ser foco de atención, todo lo contrario: salir en la foto es importante para convertirse en una persona que aspira a tener influencia.
Cuidar de su patrimonio
El perfil de presidente de la patronal es el de un empresario, hijo de empresario, con experiencia en el marco de las asociaciones empresariales. Garamendi llegó a la CEOE en noviembre de 2018, al ser el único en presentar su candidatura, sustituyendo a Juan Rosell. Había perdido las últimas elecciones contra él cuatro años antes, cuando Garamendi era presidente de la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (Cepyme). Ligado a este mundo desde joven, tenía experiencia a sus espaldas, especialmente, a través de su padre, Rafael Garamendi Aldecoa, que fue presidente de la naviera Marítima del Nervión. Entre sus ocupaciones está la de cuidar de su patrimonio.
Licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto (hay quien deja entrever, igual fruto de la envidia, que el título lo terminó ya de mayor) desde joven estuvo involucrado en el movimiento asociativo. Fue presidente fundador de la Asociación de Jóvenes Empresarios del País Vaco, desde donde dio el saltó al cargo nacional en la Confederación Española de Jóvenes Empresarios y, después, a la Confederación Iberoamericana de Jóvenes Empresarios.
Desde entonces ocupó cargos en diferentes compañías, ejerciendo como asesor y consejero en muchas de ellas, donde, además, realizó labores de gestión empresarial, en sectores como la correduría de seguros o el sector inmobiliario. Su salto a los grandes titulares se produce en 2014 al presidir la Confederación Española del Metal, primero, y la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa, después. Aprovecha el momento para discutirle el cargo a la presidencia de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), a Rosell, contra quien pierde la votación por 33 votos.
Mandato personalista
Su llegada a la patronal generó división de opiniones en los distintos sectores económicos. Mientras unos ensalzaban su talante y su capacidad negociadora, arreciaban las críticas de quienes le acusaban de querer implantar en la CEOE una forma de mandato excesivamente personalista, heredado de sus otros cargos.
Garamendi, crítico con el Gobierno en cuestiones como el alargamiento del estado de alarma, la gestión de los ERTE, o el torpedeo de las negociaciones sobre las cotizaciones de los autónomos, ha sido, sin embargo, acusado de seguidismo por sus opositores. La razón fueron sus polémicas declaraciones en junio pasado, cuando al respecto de los indultos de los presos del «procès», comentó que «serían bienvenidos si con ello se normalizara la situación». Unas opiniones que levantaron ampollas y obligaron a Garamendi a negar que se pusiera de parte de los dirigentes catalanes encarcelados, asegurando defender «la unidad de España y la Constitución». Sus palabras fueron cuestionadas por varios sectores, que veían con sorpresa que las declaraciones del presidente de la CEOE llegaran justo después de que se conociera que el Gobierno le había condecorado con la Gran Cruz del Mérito Militar con distintivo blanco, la máxima condecoración castrense que se concede a personalidades que hayan realizado una excepcional contribución a la defensa del país. El hecho de que el Ejecutivo no informara de su concesión ni en la rueda de Prensa ni en la referencia escrita posterior, alimentó más las suspicacias.
En lo personal Antonio Garamendi está casado con María Acha Satrústegui (con la que se comprometió a los 18 años) , una empresaria de familia también vasca, que goza de una posición económica privilegiada. Al margen de cargos representativos que ocupa o ha ocupado en empresas como Red Eléctrica Corporación, o Aenor, el jefe de los empresarios ha tenido también puestos en compañías familiares como Tubos Reunidos, una empresa alavesa extinguida en 1998. Garamendi ha emprendido aventuras como Poliasomo SL, creada en 2008, dedicada a los servicios financieros y extinguida en 2018, cuando en el Registro Mercantil decretó el cierre de la hoja registral. Al margen de estas empresas es presidente en la fundación Ayudare. Es, digamos, el proyecto solidario que hoy no puede faltar en un currículum
A nombre de su mujer
Junto a su mujer, María Acha, participa en la sociedad Palacio de Moronati, una empresa dedicada a la adquisición, explotación, promoción y gestión de la propiedad inmobiliaria. Constituida con un capital social de 1,7 millones de euros, Garamendi participó en el organigrama de la sociedad hasta noviembre de 2019, momento en que ocupó su lugar como administradora su mujer, María Acha Satrústegui. En ella también figura su hijo, Antonio Garamendi Acha, como apoderado. La empresa goza de una salud envidiable, aunque sus números no lo indiquen. La sociedad cerró las cuentas de 2020 con unos activos de más de 4 millones de euros y un patrimonio neto declarado de 3.751.584. Además, la sociedad familiar de los Garamendi Acha, obtuvo el último año ingresos por arrendamientos de 109.529 euros. El negocio podría parecer redondo pero, la sociedad, pese a su facturación millonaria, declaró pérdidas en sus cuentas al final del ejercicio por valor de 815,17 euros. El hijo de Garamendi es un músico conocido por ser el creador de sintonías de programas como «La brújula» de Onda Cero, los informativos de la NBC en EEUU, o poner banda sonora a spots de publicidad de Ikea o Canal Plus. También ha sido el telonero de bandas consagradas como Sidonie. Antonio Garamendi también hizo sus pinitos en el rock progresivo, tan de moda en los setenta, con el conjunto Bekeder.
El palacio de la familia
La mujer de Garamendi también participa como presidenta de la sociedad Tamar Las Arenas SL, un negocio de catering creado en 1987 que se encarga de la restauración del Palacio de Negralejo, propiedad de su familia. Con 680 empleados en nómina y junto a su hermanas Ana, Beatriz, Cristina y Laura, el negocio de la comida preparada le reporta pingües beneficios. Con unos activos de 8,2 millones de euros, la empresa facturó en 2019, 24.283.763 euros. Las cuentas siguen un paralelismo con la sociedad inmobiliaria Palacio de Moronati: facturación millonaria pero números rojos. Tamar Las Arenas declaró pérdidas al final del ejercicio de 493.557 euros.
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