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El último rugido

Se va de la Selección una de esas mujeres que han demostrado que un buen cuerpo femenino es aquel que podría cargarse un armario a la espalda

A mi padre no le gustaban los deportes en los que el balón se lleva en la mano. Son de mujeres, me decía. Sé también que hay hombres que consideran que las tías no deberíamos practicar baloncesto porque es menos estético y los marcadores son más bajos. Conozco a algún gañán que busca otras connotaciones en cualquier disciplina que no sea la gimnasia rítmica. Pero, más allá de todas estas mentes que suenan a cencerro, está Patricia García. Ayer, y contra Rusia, disputó su último partido con la Selección Española de Rugby femenino. Las Leonas vencieron por un rotundo 27-0 a otro grupo de mujeres que no pudieron escuchar su himno en el Campo de Las Terrazas de Alcobendas por la invasión del ejército de su país a Ucrania. El debate de si ese partido se debería haber disputado o no queda en manos de la Federación Europea, que es la que organiza el torneo en el que, este sábado, nos hemos proclamado Campeonas de Europa. Conozco los valores del rugby y estoy convencida de que Las Leonas hubieran preferido otra situación para sus adversarias, con su himno, con sus emociones ante su bandera y con el orgullo por una camiseta que ahora pesará como un «Yunque» en el bolso. Pero se va Patricia García, una jugadora monumental, de esas que se las deberían tener tiesas con mi padre, que debería haber enseñado a mi padre a manejar ese balón oval tan escurridizo y tan difícil de pasar. Se va Patricia con tres campeonatos de Europa de Rugby XV y con otro de Seven. Ha sido 42 veces internacional y, en 2018, fue incluida en el equipo ideal de la temporada de las Series Mundiales por la Federación Internacional de Rugby. Se va Patricia y se va con esa cosa que tenemos las tías cuando nos vamos de algún sitio, que tampoco nos gusta irnos a descansar dejando un reguero de lamentaciones, que preferimos hacer bomba de humo a que nos hagan la ola. Se va de la Selección una de esas mujeres que han demostrado que un buen cuerpo femenino es aquel que podría cargarse un armario a la espalda. Gracias por tantos ejemplos, por tantas niñas a las que vas a enseñar el camino, y por tantos estereotipos placados.