Economía
Una cuestión necesaria: conocer el nacimiento de la actual España
Surgió el Itinerario Real de las Carreras de Postas, editado en 1761, impulsando y abaratando la construcción de la Casa de Correos en la Puerta del Sol de Madrid, donde se encuentra el kilómetro 0
La actual España nace como consecuencia de una serie de procesos previos. Su base geográfica quedó establecida por los Reyes Católicos, que liquidaron la presencia francesa en la zona de Navarra, alcanzando el río Ebro; y conquistaron el reino musulmán de Granada, con proyecciones hacia el norte de África, como fue la de Melilla. Además, con ellos, España llevó a término un planteamiento globalizador, con el Descubrimiento de América, y con la vuelta al mundo de Elcano. Con el complemento de la política europea, había surgido una gran potencia.
Mas, desde 1793, todo ese panorama, que parecía cristalizado, saltó por los aires: había aparecido la Revolución Industrial, y ello lo alteró todo en el conjunto mundial y, naturalmente, en España. Veamos de qué modo esto se produjo.
Un factor fundamental fue la influencia de la fisiocracia, que mostró las ventajas del modelo de la economía liberal, teniendo un impacto grande en la legislación económica. Al coexistir con la Revolución Industrial, era preciso generalizar esos talantes y, en el caso de España, tuvieron un papel clave las llamadas Reales Sociedades Económicas, así como que algunas personalidades intelectuales y políticas, como Campomanes o Jovellanos, los secundaran. Ello exigió varias cosas, y la primera fue borrar derivaciones locales con efectos económicos, mantenidas por los Austrias, tarea difícil, pues el austracismo estaba presente en el reino de Aragón, y va a generar reacciones violentas tan fuertes como el motín de Esquilache.
De ahí, la obsesión de Campomanes de conectar todo a través de vías de comunicación con Madrid, en cuyo contorno estaba la corona en variados Reales Sitios. En Madrid, se crearon Instituciones vinculadas a ellos, caso del Reglamento General de Correos y Postas de 1720, al que se agregó, en 1747, el de Correos, Postas y Caminos, que pasaron a depender –como nos indicó Concepción de Castro–, de un político clave, con la categoría de superintendente general. Surgió, así, por su impulso, el Itinerario Real de las Carreras de Postas, editado en 1761, impulsando y abaratando la construcción de la Casa de Correos en la Puerta del Sol de Madrid, donde se encuentra el kilómetro 0 de las rutas españolas planteadas, por cierto, con añoranza de Portugal. Son las que actualmente permanecen con el número 1 para la conexión a través de Burgos e Irún con la entonces aliada Francia; la 2, también con Francia, por Zaragoza y Barcelona; la 3, de Madrid a Alicante y, desde ahí, con nuestra proyección, por vía marítima, con el Norte de África; la 4, de enlace con los Virreinatos americanos, de Madrid –por Sevilla y Cádiz–; la 5, con todo un planteamiento complementario de mejora para Extremadura, allí detenida, de momento, pero con ansia de llegar a Lisboa, dentro de una política que explicaría el desastre de 1808, a causa de la Alianza con Napoleón; la 6 era la del enlace con el Atlántico, a través de las Rías Gallegas.
Por otra parte, contra lo que posteriormente se dijo, no existía una oposición básica de estos políticos frente a la Iglesia. Concretamente, Campomanes, al que se han atribuido una gran cantidad de ataques a ella, decidió, en 1764 –en relación con los pobres y parados–, vincular su asistencia, con «la vida parroquial ideada por Felipe II y análoga a la adoptada en Inglaterra», enlazando, hacia atrás, con las leyes de pobres, e intentando, así, dar el primer paso para lo que ahora llamamos Estado de Bienestar. Y, sobre todo, decidió, en la línea de los mensajes de Adam Smith, poner en marcha las ventajas de la ampliación del mercado. Y así, como nos señaló definitivamente Allyn A. Young, en 1928, fue como se consiguió ampliar el mercado, facilitando la división del trabajo y, con ello, la productividad.
Al culminar aquellos acontecimientos, puede sintetizarse todo esto, señalando que es posible que Campomanes, a lo largo de su vida, «ya no fuese lo que había sido», pero siempre tuvo en cuenta el generoso sentido de la amistad mostrado por Jovellanos. No se puede olvidar el papel del banquero Cabarrús, quien mezclaba actividades financieras aventuradísimas, con intrigas políticas, hundiendo el prestigio de Campomanes. Recordemos su papel en la puesta en marcha del Banco Nacional de San Carlos, inicio del Banco de España.
Doscientos años después de la desaparición de todos aquellos políticos, contemplamos cómo colaboraron a que España haya llegado a ser lo que es hoy día. Debemos intentar lo mismo ahora, cuidando la unidad del mercado; periódicamente, replantear la política agraria; estar al lado de todo político serio, y de lo que señale el pensamiento científico económico. Campomanes no actuó como un acomodaticio, vicio que, desgraciadamente, ahora contemplamos.
Juan Velarde Fuertes es economista y catedrático.
✕
Accede a tu cuenta para comentar