Ganadería

La indignación del mundo rural

«Era la protesta de gente corriente que tiene muchas dificultades para llegar a final de mes»

Decenas de miles de agricultores, ganaderos y cazadores tomaron ayer el centro de Madrid. Había más de doscientas mil personas y es evidente que no eran millonarios y aristócratas o las dos cosas a la vez. La izquierda política y mediática ha sido muy poco respetuosa, ya que intentó descalificar una protesta legítima ofreciendo esta idea inconsistente. Por cierto, aunque hubiera alguien con algún apellido ilustre supongo que tendrá derecho a manifestarse contra las injusticias que sufre el campo. Me encantaría que España tuviera, espero que se entienda la ironía, centenares de miles de millonarios, porque seríamos, con diferencia, el país más rico del mundo. La imagen de los manifestantes desmonta con gran rapidez las mentiras de la izquierda, aunque siempre persevera con sus fake news. Por lo visto, los únicos que tienen legitimidad para manifestarse son los sindicatos controlados por la izquierda, los socialistas, los comunistas, los antisistema, los independentistas y los herederos de ETA. El resto tiene que asumir con una sonrisa las mentiras de la izquierda y sentirse satisfecho con la indiferencia hacia los graves problemas que afectan al mundo rural.

Los políticos se llenan la boca con declaraciones sobre la despoblación. La realidad es que sólo se preocupan cuando surgen plataformas que les perjudican. Es un colectivo abandonado desde hace mucho tiempo y la izquierda se siente muy incómoda. La vida en el campo es muy dura y todos conocemos el término «trabajar de sol a sol». Es una de las razones, no la única, de esa inquietante despoblación que sufren muchas autonomías. A esto se unen problemas tan graves como el precio de los productos o el coste energético. Todo ello va en contra de un sector económico fundamental, como se vio durante la pandemia, aunque no recibe las ayudas y el reconocimiento que merece. Al Gobierno socialista-comunista no le ha gustado la manifestación, porque le enfrenta con sus contradicciones. No era la protesta de los propietarios de grandes fincas y dueños de coches de alta gama, sino de gente corriente que tiene muchas dificultades para llegar a final de mes. Es el campo que no conocen los que se sientan en el gabinete o son altos cargos en los ministerios, pero es parte fundamental de la España real.