Partido Popular

Ayuso y la normalidad en el PP

«El PP se tiene que centrar en ganar las autonómicas, municipales y generales para recuperar la Moncloa»

Entre las decisiones acertadas que ha tomado Feijóo, al asumir la presidencia del partido, ha estado convocar el Congreso del PP de Madrid. Se celebrará los días 20 y 21 de mayo. Esto acaba con la anomalía de que la presidenta de la comunidad autónoma no fuera de la organización regional como es habitual en el resto de territorios. Es cierto que alguna vez hubo esa dicotomía, pero siempre me pareció un error. No es la circunscripción del presidente, como algunos afirmaban, y no tienen por qué repetirse los problemas de la época de sus antecesoras. Ayuso debe ser la presidenta, porque es lo que quiere la inmensa mayoría de los militantes del partido. Las excusas que se ponían para que no lo fuera eran absurdas e inconsistentes. Era un trato tan injusto que parecía movido por celos o resentimientos, aunque se aseguraba que no era así. Eso de la acumulación de poder era una chorrada, porque entonces se tendría que aplicar a todas las comunidades autónomas. Cuando se otorga un trato desigual es evidente que no existe fundamento para defenderlo, salvo el pernicioso ordeno y mando.

Feijóo sabe que es conveniente que ambos cargos se acumulen. Lo contrario es producir una inquietante disfunción como resultado de aplicar fórmulas organizativas excéntricas. Es generar un contrapoder que, a su vez, genera ambiciones indeseadas en quien ostenta la presidencia regional del partido. Los cargos autonómicos y municipales tienen que constatar que existe un único liderazgo, porque Ayuso tiene la responsabilidad de revalidar el resultado del pasado 4 de mayo. Es evidente que necesita que el partido suene como una sinfonía bien dirigida y no como una caótica agrupación de músicos aficionados. Dentro del disparate que se vivió hace unas semanas, aunque ya parece una eternidad, los que vetaban a Ayuso no querían asumir que contaba con un abrumador apoyo dentro y fuera del partido. Por ello, enfrentarle artificiosamente otro candidato solo conducía a que fuera laminado. Esta temeridad no hacía más que perjudicar al partido. Ese intento de debilitar a uno de sus mayores activos electorales era una irresponsabilidad que Feijóo ha corregido con acierto y rapidez. El PP se tiene que centrar en ganar las autonómicas, municipales y generales para recuperar la Moncloa.