Economía

Capitalismo = anticapitalismo

Y así sigue, toda esta tinta del calamar, que igual consigue que creamos que realmente daban lo mismo Estados Unidos que Rusia

Durante mucho tiempo, y por increíble que parezca, los anticapitalistas aseguraron que su sistema era mejor que el capitalismo. Así lo proclamaron los fascistas y los nacionalsocialistas y, de manera mucho más extendida y perdurable, los socialistas y los comunistas. El carácter servil, empobrecedor y criminal de las diversas variantes del socialismo llevó a sus defensores a cambiar su reivindicación, porque pasaron a sostener que, en realidad, capitalismo y anticapitalismo son prácticamente la misma cosa.

Lógicamente, la única forma de argumentar semejante despropósito es engañar o engañarse. De los muchos ejemplos que pone Paul Hollander en su notable libro, «Los peregrinos políticos», el más luminoso que recuerdo es el caso de un intelectual norteamericano, que, cuando ya no se podía negar el genocidio comunista, proclamó: «Sí, es verdad, en el socialismo hay campos de concentración, pero en el capitalismo…¡hay fábricas!».

Lo recordé al leer en «El País» al escritor y filósofo Santiago Alba Rico, que repetía el viejo mantra progresista, equiparando socialismo y capitalismo: «estos dos proyectos se disputaron el siglo XX con desigual fortuna, pero con resultados parecidos: despilfarro de recursos, desprecio por los límites de la Tierra, consideración de los humanos como puros medios de reproducción». Por tanto, según este distinguido intelectual, la historia contemporánea sería como el tango «Cambalache», en donde Enrique Santos Discépolo escribió, precisamente sobre el siglo XX: «todo es igual, nada es mejor».

Claro, quien cree semejante dislate es capaz de creer cualquier cosa, por ejemplo, otra venerable excusa estriba en alegar que, si el comunismo es malo, es porque en realidad no fue socialismo sino capitalismo: «el estalinismo era un capitalismo a pedales, trabajoso y represivo, mientras que el capitalismo, y más en su versión tecnológica, es un turboestalinismo, automático y libertario».

Y así sigue, toda esta tinta del calamar, que igual consigue que creamos que realmente daban lo mismo Estados Unidos que Rusia, o una Alemania que la otra, o que da lo mismo Corea del Norte que Corea del Sur, o que, si los cubanos pueden ser libres y pueden prosperar en Miami, pero no en La Habana, es por una lamentable casualidad. Ya lo sabe usted, la represión, los millones de muertos, la dictadura, la contaminación, la alienación, etc., están repartidas por mitades, porque socialismo y capitalismo tuvieron «resultados parecidos».