Nadia Calviño

Cuando despertamos, todos éramos ya más pobres

El Gobierno, al final, después de sacar adelante sus medidas –discutibles– contra la crisis, ha tenido que admitir una realidad

Augusto Monterroso (1921-2003) escribió el microrrelato quizá más famoso del mundo, traducido a casi todas las lenguas: «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí». Hay otros más cortos, pero ninguno con su magia y sus interpretaciones infinitas, como decía su autor, que nunca quiso explicar nada más. Nadia Calviño, «vice» primera del Gobierno tuvo que componer ayer un cuento algo-bastante más largo para explicar la situación y perspectivas de la economía española. Los números de la ministra y el cuento de Monterroso tienen, sin embargo, algo en común, el despertar. La sociedad española, que todavía lucha para recuperarse de la pandemia, debe afrontar ahora una realidad económica dura, que traerá consigo nuevos sacrificios más pronto que tarde. Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, lo advierte desde hace muchas semanas: la nueva crisis energética, unida a la inflación, en un país que no produce energía, supondrá un empobrecimiento general. Así de rotundo y así de duro, pero menos repentino –estaba escrito por bastantes expertos– de lo que algunos descubren ahora mientras se rasgan las vestiduras.

El Gobierno, al final, después de sacar adelante sus medidas –discutibles– contra la crisis, ha tenido que admitir una realidad, que no es de color rosa, ese que algún ministro quiere erradicar de los juguetes de las niñas. La economía apenas creció un 0,3% en el primer trimestre. Eso, unido una inflación desbocada y a los efectos de la guerra de Putin convertía en papel mojado todas las previsiones del Gobierno para 2022. Además, retrasa la recuperación de lo perdido desde 2019 a 2023, como pronto. Nadia Calviño, y hace bien, ha querido curarse en salud. Si luego hay sorpresas positivas, ya se apuntará el tanto. Mejor ponerse rojos ahora que más cerca de unas elecciones. Tenía pendiente revisar las cifras para enviarlas la Unión Europea y ha esperado a conocer los datos del PIB, que son malos y que indican que el consumo de los hogares se ha desplomado un 3,7%, que es mucho. El Gobierno ahora espera que la economía crezca este año un 4,3%, un 40% menos de lo previsto. Defiende, no obstante, pero habrá que verlo, que el déficit se reducirá, aunque hasta 2025 no caiga por debajo del 3% y que el paro también siga en descenso. Además, confía en sostener las cuentas con el truco de no deflactar –actualizar– el IRPF con la inflación, lo que significa un aumento de impuestos. El Gobierno ha tardado en rectificar y quizá no quiera admitirlo, pero todo se reduce a que, cuando despertamos, todos éramos ya más pobres, mientras releemos a Monterroso.