Elecciones andaluzas

Primero votar, luego playa

Los andaluces votarán mañana muy probablemente solo en clave autonómica, con la libertad de quienes ya no se sienten concernidos por los viejos miedos del discurso guerracivilista

Puesto esta pasada noche el punto final a una campaña en la que curiosamente los dos primeros partidos se han dedicado día tras día a hablar del tercero, a lo que se han añadido conejos en la chistera llegados desde Madrid y hasta algún intento por embarrar el terreno frustrado por la madurez de la ciudadanos, hoy sábado casi seis millones setecientos mil votantes andaluces son llamados a una reflexión que puede ser decisiva, no solo para el devenir de esta comunidad en los próximos años, sino para los derroteros a corto y medio plazo dentro del patio político nacional. La campaña andaluza ha venido a certificar la defunción de los actos de masas que en otro tiempo llenaban teatros y hasta plazas de toros –en algunos casos ha habido más ministros y periodistas que simpatizantes– pero sobre todo ha marcado un punto de inflexión entre la ciudadanía que mañana acudirá –esperemos que en masa– a las urnas, a la hora de marcar distancias con los tradicionales y repetitivos clichés políticos que ya han dejado de «colar» demostrando que las tragaderas de hoy nada tienen que ver con las del españolito de a pie en los años ochenta o noventa. Con independencia del color de sus papeletas, los andaluces votarán mañana muy probablemente solo en clave autonómica, con la libertad de quienes ya no se sienten concernidos por los viejos miedos del discurso guerracivilista, ni por las ataduras propias del clientelismo incrustado durante demasiado tiempo en el ámbito mas rural, ni por las eternas promesas llegadas desde la política nacional en forma de cifras y manás que se esfumaban justo el día después de la cita con las urnas, ni por complejos y prejuicios tal vez más presentes en los medios de comunicación que en la realidad de la calle.

Gane quien gane con toda la legitimidad, la etapa que se abre en Andalucía deja ya atrás nacionalismos rancios envueltos en el discurso del agravio, destierra las viejas disyuntivas de ricos contra pobres en una sociedad mucho más libre de complejos y certifica que solo la buena gestión en un régimen de libertad se antepone a ensoñaciones como la recurrente «milonga» de la California europea paralelas a insostenibles tasas de paro. Mañana podrían comenzar a evaporarse aquellos recuerdos infantiles en un patio de limoneros tan glosados por un famoso vicepresidente, hermano de un «hermanísimo»…y ya saben, solo se vota una vez cada cuatro años y la playa no se va a mover de ahí.