Ministerio de Igualdad

Ante el espejo de un probador de El Corte Inglés con traje de baño

¿Cree la ministra Irene Montero que la barriga machirula siente menos pecado que el culo celulítico de sus modelos?

Cuando hace calor, con las ventanas abiertas, desde un quinto piso, suena el murmullo del mundo y parece que uno estuviera perdiéndose lo que hay entre el génesis y el apocalipsis, ese momento en el que es posible el suicidio, un tiempo entero tirado a la basura, como las corbatas de Pedro Sánchez. Nunca estuvo más guapo un hombre como con corbata, pero ahora lo importante no es salir guapo sino ser guay, y si puedes, alcanzar las dos cosas: ser presidente del Gobierno. Y ya mezclada la ética con la estética, sin más rodeos, vayamos a lo importante sin palabrería ni barroca farfulla sintáctica. Desde aquí protesto por la discriminación del varón en la publicidad del ministerio de Igualdad sobre la gordofobia. Que está muy bien que se hagan campañas femeninas por aquello del tiempo perdido pero esta del sobrepeso en la playa me indigna.

¿Acaso no sufrimos los varones las miradas de silicio cuando nos desnudamos y dejamos caer un michelín más que el año anterior? ¿Cree la ministra Irene Montero que la barriga machirula siente menos pecado que el culo celulítico de sus modelos? Ay, amigos, yo sí os creo. Este verano tampoco ha sido posible conseguir el six pack y, sin embargo, iremos a la playa, como si fuera Normandía, a tomarla por asalto, mientras el resto de la tripulación se lo piensa. Ya los hombres, y las mujeres, pueden pasar por mariquitas. Me placería, si es posible utilizar este verbo, y este tiempo, sin levantar sospechas, que el ministerio hubiera elegido un conjunto igual de robado pero mixto, como el sandwich, para concienciar a los españoles sobre lo mal que lo pasamos cuando llega el momento de probarse un traje de baño, que no un bañador, que es un hombre que se baña. Un traje de baño con calcetines en el espejo de un probador de El Corte Inglés es la daga con la que la hombría se desintegra en la ridiculez de la vida. Para saltarse este control uno tendría que haber nacido de Fellini pero resulta que somos de la madre que nos parió. En definitiva, que la chica del culo, aumentado de celulitis sobre el original, está muy bien, y que la negra, sentada junto a otra chica haciéndose pasar por lesbiana, o de género fluido, también. Pero Irene, por qué nos has abandonado.

Creíamos que, semidesnudos, todos seríamos iguales, pero resulta que no. Tendrá Pedro Sánchez que habilitar un ministerio para nuestras cosas. A los que menos les importa que una mujer esté gorda es a los hombres. Entiendo que es un mensaje para el resto de las mujeres, para las que normativamente son tías buenas. Me miro semidesnudo en el espejo y me espanto de este microfeminismo. Con lo feliz que era con el michelín sin darme cuenta.