Covid-19

Las «sorpresas» del covid

Ayer un médico me dijo que tendremos que esperar veinte años para saber con exactitud qué ha hecho el covid con la humanidad

El término «sorpresa» parece siempre positivo. Como si fuera un regalo que abrir tras deshacer un lazo. Pero las hay negativas. Y regalos envenenados. Entre ellos, las huellas invisibles que nos ha dejado el covid y que muchas veces desconocemos. Yo me he acostumbrado a vivir con un dolor de cabeza recurrente y otros a hacerlo con distintas molestias para las que, de momento, no hay remedio. Pero, además, muchos de los que hemos pasado el coronavirus de manera leve no somos conscientes de que nos pueden quedar marcas que no se ven y que pueden aparecer sin previo aviso e incluso tener desenlaces fatales.

Por eso ni siquiera nos controlamos el dímero D, que es ese parámetro que indica la propensión a la formación de trombos. Un compuesto proteico que se produce cuando un coágulo de sangre se disuelve en el organismo y que solo se mide si se pide de forma explícita en una analítica. Conviene hacerlo. Igual que es necesaria una analítica post covid, no tanto especifica y destinada a saber si seguimos teniendo anticuerpos –según la comunidad científica, tras pasarlo siempre se tienen aunque no se reflejen–, como completa, para saber si la enfermedad nos ha dejado algún rastro en el organismo que pueda manifestarse pasados los meses.

Ayer un médico me dijo que tendremos que esperar veinte años para saber con exactitud qué ha hecho el Covid con la humanidad; pero, de momento, conviene que tengamos, si no respuestas previas, herramientas para luchar contra alguna de sus secuelas más perversas, como lo son aquellas relacionadas con la coagulación de la sangre. Como recomendación general para cualquiera que haya pasado el virus: no confiarse y no permanecer sentado, sin moverse, más de tres horas seguidas. Para evitar sorpresas.