Pedro Sánchez

La polarización y la memoria

No habrá casting de La Moncloa ni entrevista en TVE que pueda impedir que los españoles, cuando ejerzan su voto, sea el día que sea, realicen un mínimo ejercicio de verdadera memoria democrática

El presidente del Gobierno por fin ha admitido que su estrategia es polarizar al país. Su objetivo no es resistir frente a ninguna crisis ni mejorar las circunstancias de la nación sino intentar sobrevivir el resto de su mandato y buscar la forma de movilizar el voto de la izquierda. Por eso sus mayores esfuerzos los dedica a ser oposición de la oposición y a pulsar continuamente el botón de la bronca partidista. Su estrategia, que en lugar de pisar la calle consiste en embarrar el terreno, resulta demoledora para los ciudadanos, que necesitan respuestas responsables ante los enormes desafíos a los que nos enfrentamos. Sin embargo, el alejamiento de la realidad lleva directamente a manipularla y negarla. Por eso, sólo una persona como él puede hablar del problema que representa defender los intereses «de los de arriba», olvidando que, en el imaginario de todos los españoles, y gracias a las continuas cesiones de su Gobierno, esos son Arnaldo Otegi y Oriol Junqueras.

Abandonada la socialdemocracia e incluso el constitucionalismo, perdido cualquier atisbo de responsabilidad pública, se entrega a un populismo y a un atavismo inéditos en los gobiernos democráticos, estableciendo que lo único que importa es quiénes son los nuestros y quiénes son los demás. Por eso se preparan más indultos para políticos que no pueden estar presos, en este caso miembros históricos del Partido Socialista, perdonando la peor corrupción de la historia de la democracia, mientras se montan comisiones de investigación para realizar juicios paralelos a las siglas que se le oponen.

Asunto especialmente grave el de los indultos, que se transforman directamente en un insulto para los ciudadanos honrados y para el conjunto de los contribuyentes, como ya ocurrió con los malversadores sediciosos del independentismo catalán. Se agarrarán para concederlos a los votos particulares, como si en la sentencia que sirvió de excusa para la moción de censura no los hubiera habido, y aprovechan para arremeter nuevamente contra la Justicia y especialmente contra el Tribunal Supremo, que ha sentenciado, en 1.205 folios que ya son historia de nuestra Justicia, que Griñán conoció y asumió año tras año el desvío de los fondos públicos, así como que intervino en un sistema de presupuestación ilegal, con conocimiento de las consecuencias que ello podía tener en la gestión, así como las ilicitudes perpetradas con el dinero de los EREs.

El clima de polarización partidista y de ruptura antisistema propiciará una decisión sectaria, sin amparo jurídico ni interés público, únicamente guiada por el puro beneficio de una formación política que se indulta a sí misma, negando a los españoles la igualdad ante la ley que establece todo nuestro ordenamiento. Son ya muchos los episodios de cesarismo, sectarismo e injusticia. Son excesivas las cesiones, tanto a los chantajes de los socios como a las pulsiones partidistas propias. Es demasiado utilizar la polarización, la ruptura y la división, que afectan directamente a nuestra capacidad para convivir juntos, para cosechar más minutos de Gobierno y un puñado de votos. Tanto y tan grave que no habrá casting de La Moncloa ni entrevista en Televisión Española que pueda impedir que los españoles, cuando ejerzan su voto, sea el día que sea, realicen un mínimo ejercicio de verdadera memoria democrática. No habrá que retrotraerse ni 40 ni 80 años, bastará con el último lustro: los presos que se acercaron a cárceles vascas, los que salieron de cárceles catalanas y los que no entraron o pasaron brevemente por cárceles andaluzas. A la crisis económica se le suma una más grave como es la crisis institucional, pero nuestra democracia es fuerte y los superara sin lugar a duda.