Política

¡Que inventen ellos!, otra vez la España de Frascuelo

El plan de Sánchez y Montoro, que solo busca votos, no recaudación, además va en contra de las tendencias tributarias de todo el mundo

Miguel de Unamuno (1864-1936) escribió en 1906, según sus exégetas en un mal día, un artículo titulado «El pórtico del tiempo» en el que figura aquello de que «¡inventen ellos¡», unas palabras ríspidas de desprecio hacia lo europeo y lo foráneo de las que no está claro que llegara a abjurar. El que fuera rector de la Universidad de Salamanca argumentaba que la luz eléctrica alumbra igual aquí en España que allí donde fue inventada. Es obvio, pero el razonamiento destila rechazo o ignorancia sobre la importancia de los procesos de investigación, inversión y experimentación que permitieron la invención de la bombilla eléctrica y su implantación, algo que cambió el mundo. Años después, Antonio Machado alumbraría su famoso poema «El mañana efímero», en donde describe «La España de pachanga y pandereta, /cerrado y sacristía/ devota de Frascuelo y de María», en la que «el vano ayer engendrará un mañana/vacío y por ventura pasajero»(...) y todo en una «España que alborea/ con un hacha en la mano vengadora,/ España de la rabia y de la idea».

«Muchos años después», ante las próximas citas electorales, Pedro Sánchez, que no es un personaje de García Márquez, parece decidido a volver al espíritu de Unamuno y a la España que lloraba Machado en versión fiscal, con tintes vengativos y de rabia. La ministra María Jesús Montero ha anunciado la introducción de un impuesto contra los ricos, porque no se puede llamar de otra manera, mejor dicho, un impuesto contra los ricos de Madrid, Andalucía y quizá de otras Comunidades que gobierna el PP. No está claro quiénes son esos ricos, pero eso tampoco importa al presidente, a su ministra de Hacienda y a sus socios, obsesionados con perseguir –y si pudieran, acabar– la riqueza. El Gobierno habla de «grandes fortunas», pero si el nuevo tributo intenta sustituir al de Patrimonio donde está bonificado, en varias Comunidades las «grandes fortunas» empezarían a partir de los 400.000 euros. Alguien que posea esa cantidad no es pobre, pero desde luego no puede ser considerado «gran fortuna». El plan de Sánchez y Montero, que solo busca votos, no recaudación, además va en contra de las tendencias tributarias de todo el mundo. El impuesto de Patrimonio no existe, salvo excepciones marginales, en ninguna parte. Por eso el plan del Gobierno nos devuelve a la España de Frascuelo (1842-1898), que fue un torero que marcó época, y al desprecio del «¡que inventen ellos!», aunque esta vez sin aprovecharse de esos inventos.