Internacional

China y las potencias emergentes

EEUU y Europa occidental han dejado por vez primera de tener el control absoluto de la economía y la política mundial

Que el mundo está complicado es un hecho incuestionable. Hace seis décadas era impensable imaginar un orbe con poder multipolar, donde antiguas colonias como India, Suráfrica o Brasil no estuvieran alineadas con sus metrópolis sino con China y Rusia en los BRICS. Frente a los 800 millones de población USA/Europa, los BRICS suman 3.500 millones, casi el 50 por ciento de los habitantes del planeta, con una extensión territorial que asusta. Los BRICS se han caracterizado por abstenerse en la política de sanciones a Rusia. No han apoyado, pero tampoco condenado. Y es curioso ver como ahora llaman a sus puertas países tan grandes como Irán y Argentina, sin olvidar el flirteo habitual de Indonesia, Egipto y Turquía. Este último, miembro histórico de la OTAN, se siente ofendido con la UE, tras pedir reiteradamente la adhesión y no encontrar más respuesta que la demora. Erdogan mantiene el diálogo diplomático con Rusia y no sería de extrañar que algún día pasara a formar parte de los BRICS, que bajo el auspicio de China aspira a conformar un G8 alternativo. Y es que es un hecho que USA y Europa han dejado por vez primera de tener el control absoluto de la economía y la política mundial.

En este tablero, la celebración del XX Aniversario del Partido Comunista Chino está teniendo una especial relevancia mediática, a propósito del mensaje de Xi Jinping de establecer «un nuevo tipo de relaciones internacionales» y el aviso al mundo de que Beijing no va a renunciar a la fuerza para recuperar Taiwán. Mensaje este último nada sorprendente pero sí inquietante, dado el compromiso de Biden con los valores democráticos que representa el régimen de Taipei. En Occidente pocos dudan que Washington entraría en guerra con China caso de hostilidades abiertas por Taiwán, país al que The Economist dedicaba una portada catalogándolo como «el lugar más peligroso del planeta».

Una hipotética confrontación USA/China llevaría inevitablemente a una contienda mundial, con la OTAN detrás del primero y Rusia dando soporte nuclear al segundo. Sería ciencia ficción si no fuera por la situación caótica que hoy vive el globo, con un Occidente herido por la pandemia, la crisis energética y la inflación.

Sostienen algunos observadores que lo que sucede hoy en Ucrania no es sino el preludio de un conflicto mayor. A la enésima amenaza atómica de Putin, Biden respondió que «el Armagedón nuclear está hoy más cerca que nunca», Zelenski pidió un ataque atómico preventivo contra Rusia, Liz Truss se jactó de estar en disposición de combatir a Moscú con armas nucleares, el general Richard Shirreff avisó de que «la OTAN puede ir a la guerra atómica», y el secretario general de la Alianza dijo que no podemos perder este conflicto. Además, el inquietante sector straussiano de la Casa Blanca, con Blinken y Nuland a la cabeza, sostiene que una guerra nuclear se puede ganar.

Podrían ir de farol, pero Polonia y Finlandia almacenan yoduro de potasio y hasta en España se ha publicado en el BOE la adquisición de 3 millones de pastillas, dicen que para reposición.

En este río revuelto, no es imposible que China mueva ficha con Taiwán. El enfrentamiento entre Occidente y las principales potencias emergentes del globo estaría servido. Casi mejor ni pensarlo.