Política
Irene Montero y otras formas de hacer el ridículo en política
Debería rectificar pero quizá su orgullo se lo impida y el rey Salomón ya decía que «cuando mezclas ignorancia y soberbia obtienes una dosis de mediocridad»
Josep Tarradellas (1899-1988) fue, nominalmente, presidente de la Generalitat en el exilio entre 1954 y 1977. Ese mismo año regresó a España, primero para verse con Adolfo Suárez en la Moncloa, y luego para volver a Cataluña como presidente de una Generalitat restaurada, de la que estuvo al frente hasta 1980, cuando tras las primeras elecciones autonómicas le sucedió Jordi Pujol. Tarradellas, militante de una histórica Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) que no se identificaría con la de Junqueras, desconfiaba de Pujol y adelantó que esgrimiría lo de «Madrid nos roba». En 1985 aceptó el título de marqués de Tarradellas que le concedió el Rey Juan Carlos y, por esa época, explicaba que «en política se puede hacer de todo, menos el ridículo».
Tarradellas, con toda probabilidad, pensaría ahora que la ministra Irene Montero roza el ridículo con sus reacciones y ataques a los jueces, a raíz de la aplicación de la conocida como ley del «sí es sí» que, por errores técnicos en su redacción definitiva, permite y facilita revisiones a la baja de penas para condenados por delitos «machistas». Durante la tramitación de la norma, hubo numerosas advertencias sobre sus deficiencias técnicas y sobre el riesgo de las reducciones de penas. Las hicieron desde el Consejo General del Poder judicial hasta partidos políticos como el PP, ERC y el entonces PDeCAT heredero de Convergencia i Unió. Ni la ministra Montero, que puede ser una buena mitinera y una parlamentaria combativa –aunque quizá siempre demasiado enfadada–, pero ignara en asuntos jurídicos, ni su equipo, quisieron aceptar ninguna observación. Ahora, encastillada en un «sostenella y no enmendalla», culpa a los jueces, a los que llama ignorantes y fachas, aunque haya bastantes voces en sus filas que reconozcan el error. Pablo Iglesias, que intenta controlar y dirigir Podemos a golpe de «tuit» y soflamas de tertulia y Pablo Echenique la defienden, pero la vice Yolanda Díaz mira hacia otro lado y la ex-vice, Carmen Calvo –que nunca vio claro el asunto– sonríe en su retiro. Sánchez, que es corresponsable solidario del asunto, no tiene más remedio que tragar porque si destituye a la ministra su Gobierno se tambalea. Felipe González lo explicó a un día a Pablo Motos en «El hormiguero» de A3TV: «Todo el mundo mete la pata. El problema no es meter la pata, el problema es no sacarla rápido». Irene Montero debería rectificar pero quizá su orgullo se lo impida y el rey Salomon ya decía que «cuando mezclas ignorancia y soberbia obtienes una dosis de mediocridad», y en política se hace el ridículo, como pensaba Tarradellas.
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