Pedro Sánchez
Plan Navidad
Quién le iba a decir a Pedro Sánchez que el Tribunal Constitucional le iba a amargar el turrón, a él, a Junqueras y a Puigdemont
Lo que pretendía el Ejecutivo, desearnos feliz solsticio de invierno y preparar un plan para abaratar la cesta de la compra en el último Consejo de ministros del año, se ha quedado al final en eso, en un deseo, como el que tenemos la mayoría de los españoles de que nos toque la Lotería de Navidad (no del solsticio). Quién le iba a decir a Pedro Sánchez que el Tribunal Constitucional le iba a amargar el turrón, a él, a Junqueras y a Puigdemont. Ahora entramos en la prórroga en la que el lenguaje crece o se arrasa como el césped de un campo de fútbol. Se están utilizando expresiones a la ligera como «golpe de Estado» que nada tienen que ver con su significado verdadero. Se hizo cuando el Gobierno cometió su tropelía y cuando el TC le ha devuelto la pelota. Para Pablo Iglesias los magistrados son unos coroneles con gafas oscuras, tejeros sin tricornio que guardan en el edificio esqueletos de demócratas. Esperemos que la RAE, que ayer admitió nuevas palabras como micromachismo y conspiranoico, no tenga que incluir en su próxima revisión una acepción de golpista: dícese de un juez del Tribunal Constitucional que le para los pies al Gobierno de España.
El lenguaje es la enredadera por la que trepan los conceptos y sería un desastre que el común piense que un golpe ya no es solo lo de Tejero. Esa pedrada al Alto Tribunal choca al final con nuestras cabezas que son las que defienden los magistrados de chorlitos como Pedro Sánchez convertido en un antisistema tipo el cojo Manteca, que se metía en cualquier charco con la muleta. Al presidente no le bastó con dejar al Rey como la Chata sino que ansía que cualquier toga y todo símbolo que no pueda controlar caiga en un barranco de desprestigio y que en toda España resuene el eco de una calumnia.
Comenzará el año y los temas escabrosos seguirán sobre la mesa, la malversación, la sedición y el Espíritu Santo de la izquierda separatista. Algo parecido a comerse un polvorón a secas, sin un chupito de anís. Buen provecho señores, ya nos cuentan si eso.
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