Pedro Sánchez
TC: si se quiere, se puede
«Sánchez tenía sobre la mesa juristas progresistas de prestigio, pero optó por los candidatos menos adecuados»
El Gobierno socialista comunista y sus poco recomendables aliados parlamentarios se han quedado sin argumentos. La elección por unanimidad de César Tolosa y María Luisa Segoviano, prestigiosos magistrados del Supremo, como candidatos del CGPJ al Constitucional despeja cualquier duda. España cuenta con juristas reputados para ocupar los órganos constitucionales pendientes de renovación, pero hay que cumplir la premisa de actuar con sentido común y dejar al margen el sectarismo. La unanimidad del CGPJ muestra que la institucionalidad puede imponerse al sectarismo partidista que tanto gusta a la izquierda política y mediática. La respuesta de Sánchez fue muy pobre, porque es poco serio insistir en que el PP actúa al margen de la Constitución. Me alegra que hayan elegido a la progresista Segoviano, porque rompió el techo de cristal al convertirse en la primera mujer que asumía la presidencia de una Sala del Supremo. Y creo que dentro de unos años será una magnífica presidenta del Alto Tribunal. Lo sucedido abre la oportunidad, además, para que María Luisa Balaguer, catedrática de Derecho Constitucional, tenga opciones para presidir el TC. No hay duda de que se han trastocado los planes de La Moncloa, pero lo fundamental es que es una gran noticia. Otro aspecto importante es que el CGPJ ha elegido a dos prestigiosos magistrados del Supremo que han tenido una trayectoria impecable. Esa independencia, al margen de las inconsistentes etiquetas, demuestra que, si se quiere, se puede. Es una lástima que su designación contraste con el criterio partidista del Gobierno al elegir a sus dos candidatos. No hay duda de la adscripción socialista del exministro Juan Carlos Campo y la exasesora monclovita Laura Díez. Sánchez tenía sobre la mesa juristas progresistas de reconocido prestigio, pero optó por los candidatos menos adecuados. No sólo por su cuestionable mérito y capacidad sino, también, por despreciar la apariencia de imparcialidad. A la memoria me vienen los nombres de los magistrados que formaron el primer Constitucional, encabezados por García Pelayo, un extraordinario catedrático y antiguo oficial republicano. En aquel momento se buscaron los mejores. Eran los tiempos de la Transición y gobernaba UCD, mientras que con Campo y Díez se ha optado por burlarse del espíritu constitucional, aunque cumplan los requisitos formales. El único problema de la democracia española es Podemos, los independentistas y los filoetarras.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).
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