Opinión

«Una mala noche en una mala posada»

Último día de este año tan denso en acontecimientos, destacando entre ellos la guerra de Ucrania con sus tremendas consecuencias para todos los europeos en general, sobre la cual no hemos tenido ni ocasión de opinar acerca de nuestro acrítico alineamiento en un conflicto de geopolítica entre Rusia y EEUU, con Ucrania de víctima y nosotros de palmeros y avitualladores, con la subsiguiente inflación alimentaria y energética. Mientras, Estados Unidos está viviendo una super Filomena nacional, que sin duda es consecuencia del cambio climático y el calentamiento global. Se dijo a los negacionistas que el tórrido verano pasado era una prueba evidente de ese calentamiento, y ahora la Filomena estadounidense se debe al enfriamiento global. Por si acaso, Joe Biden ha mostrado la cercanía con sus compatriotas yéndose de vacaciones a las islas Vírgenes, donde parece que Filomena está ausente. Reconozcamos que en esto no da la presidencia norteamericana un buen ejemplo, ya que un comportamiento así incluso sería inimaginable entre nosotros.

Tenemos noticias negativas de la mano de la violencia de género en un diciembre negro, con el mayor número de mujeres asesinadas desde que hay registros. Es un test para el Gobierno sanchista que presume de ser el más feminista de la historia, con una ley contra el maltrato tan eficaz que ha reducido ya las penas a más de 130 condenados, y subiendo. Tras el encumbramiento definitivo de Messi en el Mundial de Qatar, nos deja «o rei» Pelé, y contenemos la respiración ante la crítica situación del amado Papa emérito Benedicto XVI.

En lo nacional, tenemos una gran oportunidad con las elecciones generales de finales de año, precedidas de las primarias territoriales de mayo. Una gran oportunidad de cambio para mejorar España, alejando de sus mandos a quienes han instalado entre nosotros la división y el enfrentamiento, centrando su política en estigmatizar al discrepante y en abrir trincheras que ya estaban cerradas hace tiempo, en lugar de construir puentes.

Un nuevo año siempre es una ventana abierta al futuro con la esperanza puesta en cambios a mejor en lo personal, familiar, profesional, nacional y mundial. Tal deseo suena a utopía, pero la esperanza es una virtud que siempre hay que mantener viva, porque mientras hay vida hay esperanza, posibilidad para mejorar.

Esperemos que para estas fechas del próximo año podamos decir –siguiendo a nuestra gran santa de Ávila– que desde la moción de censura de 2018 hemos pasado «una mala noche en una mala posada». Con esa esperanza, ¡feliz año a todos!