Opinión
«Dos Papas» en Roma
En vísperas del funeral –no de «Estado» pero sí de emoción y conmoción contenidas–por el alma de Benedicto XVI, ya pasado el juicio ante el Supremo Juez, e íntimamente convencidos de que ya está gozando en la Casa del Padre, hay todavía espacio y oportunidad para el comentario y la reflexión sobre su vida entre nosotros.
Un dato que es de justicia destacar es la entrañable relación mantenida entre el Papa Francisco y él, en una situación insólita en toda la historia de la Iglesia, y no sólo desde la renuncia de Celestino V hace siete siglos, ya que el papa emérito ha seguido siendo conocido y reconocido como Benedicto XVI, –y no como Joseph Ratzinger–, ha seguido vestido de blanco, con su anillo pastoral y residiendo en el Vaticano.
Han sido frecuentes los encuentros entre ambos de los que ha habido comunicación pública, tanto en ceremonias singulares como en visitas de Francisco a Benedicto en su residencia en el Mater Ecclesiae, de las que hay más de aquellas de las que la oficina de prensa de la Santa Sede ha informado. En una breve y sucinta relación de algunos de estos encuentros, efectuados entre el primero en Castel Gandolfo el 23 de marzo de 2013, apenas diez días después de su elección, y el último la mañana del 28 de diciembre pasado, para comprobar personalmente su estado de salud, podemos destacar algunos de entre los 23 conocidos. El 2 de mayo cuando Benedicto regresó al Vaticano, Francisco le estaba esperando a la puerta del Mater Ecclesiae para darle una muy cordial bienvenida, y apenas dos meses después ambos asistían juntos a la inauguración del Monumento a san Miguel Arcángel en los jardines vaticanos, por expresa invitación de Francisco al Papa que había sido promotor de la iniciativa.
En 2014 los tres encuentros públicos fueron muy significativos: la canonización de sus antecesores Juan Pablo II y Juan XXIII, concelebrando junto a los demás cardenales y obispos, y la beatificación de Pablo VI, así como en el encuentro con los abuelos y ancianos en la Plaza de San Pedro. Pero además de estos tres y previo a ellos, hubo el 2 de febrero un saludo público entre ambos a la puerta de la Basílica de San Pedro al acceder al Consistorio de creación de cardenales que da prueba una vez más de esa relación y de la humildad del Papa emérito, al quitarse el solideo blanco de su cabeza antes de saludar a Francisco.
Sin duda esa relación es todo un Signo para la historia y el futuro de la Iglesia.
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