Opinión

Ucrania: Verdad, pero no toda la verdad.

Ayer, durante la tradicional celebración de la Pascua Militar en el Palacio Real, no podía estar ausente en los discursos oficiales tanto del Rey, Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas como de la ministra de Defensa, la situación creada por la invasión de Ucrania. El común denominador de ambas intervenciones fue el de condenar rotundamente la ilegal invasión de Ucrania por parte de Rusia y la voluntad de seguir ayudando a Zelenski, y el compromiso de incrementar la inversión y el gasto en Defensa. Margarita Robles quiso dejar claro que invertir en Defensa es invertir por la paz y la seguridad. Es la versión actual de la histórica máxima latina «si vis pacem, para bellum», o sea «si quieres la paz prepárate para la guerra».

Es evidente que mostrar debilidad o fragilidad frente a potenciales competidores en el tablero geopolítico mundial puede envalentonar a actores en ese escenario pasando a querer satisfacer sus deseos o intereses con el uso de la fuerza. Esa lógica es una realidad que funciona desde que el hombre puebla la tierra y la Historia es una continua sucesión de guerras y conflictos entre personas, tribus, países y bloques enfrentados por el afán de poder, y conseguir el dominio de los recursos naturales como medio para obtenerlo. A esos efectos la situación actual no es ninguna novedad, sino un capítulo más de ese continuo enfrentamiento por el poder.

La situación de Ucrania desvela totalmente, para quien quiera ver, que el mundo global que un tiempo fue eurocéntrico ha dejado definitivamente de serlo para convertirse en su expresión política y económica (la UE), en un mero peón en manos de Estados Unidos como actor y líder global occidental. En nuestra sociedad de la información se nos presenta lo que sucede como una guerra entre los «buenos» representados por Zelenski y los «malos» encarnados por Putin. Su actuación es una clara violación de la legalidad internacional y un absoluto atentado contra la integridad territorial de un Estado, pero eso, que es verdad, no es en absoluto toda la verdad.

Toda potencia mundial ha querido y quiere tener una zona de influencia en torno suyo, y eso vale ahora para EEUU –«América para los americanos» de la doctrina Monroe–, China, así como antes la URSS. La OTAN trata a Rusia como si fuera la URSS, es decir, un enemigo que tenía en el Pacto de Varsovia su equivalente militar para mantenerla en su frontera occidental. Ahora Putin reclama su zona de influencia que incluye a Ucrania como pieza esencial. Y Biden detrás de esta terrible guerra de desgaste y de mayor gasto militar