Política
El problema de España tiene nombre propio
Cuánta lógica adquiere también la reciente «Ley de Seguridad Ciudadana», para tomar las calles, en la más absoluta impunidad
La inmensa mayoría de españoles, y tantos otros ciudadanos procedentes de toda Hispanoamérica que se han acogido a la Madre Patria para vivir en democracia, hemos despedido este «terribilis» año 2022 con congoja, preocupación y profunda indignación. El motivo de este desasosiego, compartido por todos, es el -tan escandaloso como irresponsable- comportamiento del Presidente Sánchez y sus aliados parlamentarios, que han precipitado una deriva -sin precedentes- de nuestra democracia hacia el abismo de la ciudad «sin ley» para desembocar en un gobierno totalitario al estilo del comunismo populista que hunde ya en la miseria material y en la falta de libertades a tantos países hermanos del otro lado del Atlántico.
La fiscalidad confiscatoria que dinamita la supervivencia de nuestra sólida «clase media» (con una recaudación de 32.000 millones de € más, cuando la previsión era de 9.000, que ya era mucho pedir), la magnitud del gasto público que asciende a 1.500 millones de deuda pública cada semana, la retahíla de cesiones a los comunistas de Podemos, con quienes «nunca gobernarían» y al nacionalismo vasco en beneficio de los presos de ETA, los indultos a los golpistas catalanes, las modificaciones en el Código Penal eliminando el delito de sedición y aguando hasta su práctica desaparición las penas por malversación, la elección de Bildu como último mullidor de la Ley de Memoria Histórica, por no referirnos a las casi innumerables leyes ilegítimas (ilegítimas por atropellar el bien común) que han visto la luz en los pasados meses,… permiten concluir que algo grave e inaceptable se vislumbra en nuestro horizonte nacional.
Una primera consideración es que el Presidente Sánchez no representa a la mayoría socialista de sus votantes (el 28,25% en las pasadas elecciones generales) que no renuncian a ser demócratas, ni a estar orgullosos de España, ni a su respeto a la Constitución. De hecho, le votaron tras haber asegurado que no gobernaría con los comunistas de Podemos y ahí están con cinco Ministerios y una Vicepresidencia. Sin olvidar las escapadas de una representación del «mega-financiado» Ministerio de Igualdad a USA, en el Falcon, con propuestas descabelladas que hacen sonrojarse a cualquier ciudadano con un mínimo rescoldo de sensatez. El adjetivo mega-financiado no es una licencia accidental: este insólito Ministerio tiene adjudicado un presupuesto de 538 millones de €, mientras familias enteras de la- hasta ahora- clase media española recurren a diario a comedores de beneficencia.
El presidente Sánchez también aseguró que no se apoyaría en los golpistas catalanes para respaldar las iniciativas parlamentarias de su Gobierno -incluidos los presupuestos- y que exigiría el cumplimiento íntegro de las condenas por sedición. Así mismo dejó constar explícitamente su propósito de no pactar con Bildu, liderado por el etarra Otegi y a luchar contra la corrupción… Alguien puede contestar a una sencilla pregunta: ¿a quién representa el presidente Sánchez? Acaso, al 12,97 % de los votantes de Unidas Podemos, más el 3,64 % de ERC, más el 1,15% de Bildu y alguna otra minoría adicional? Y … ¿dónde están representados el más de 80% del resto de los españoles?
Mucho nos tememos que esta determinación tan «determinada» y sin muestra de dolo alguno del actual Presidente de Gobierno responde a un sólido apoyo externo. Es innegable que Sánchez conoce que España es uno de los objetivos prioritarios del Foro de Sao Paolo, probablemente el primer objetivo porque supone poner un pie en el punto más estratégico de Europa. Gracias a la Comisión de Iberoamérica del Foro Libertad y Alternativa (L&A) y a su líder, Miguel H Otero, tenemos una precisa información del Foro de Sao Paolo fundado en 1990, con un único miembro con poder ejecutivo entonces: el Partido Comunista de Cuba, al que sucesivamente se fueron incorporando Chávez en 1998 y la participación de las FARC ese mismo año, Lula en 2002, (…), Evo Morales en 2005, Rafael Correa y Daniel Ortega en 2006 (…) incluido Nicolás Maduro en 2013. En la actualidad, lo integran más de 120 partidos políticos y decenas de organizaciones activistas, los llamados «movimientos antisistema». Para completar la escena internacional, son miembros «de número» del llamado «Foro de Puebla», longamanus del Foro de Sao Paolo, José Luis Rodríguez Zapatero, Yolanda Díaz, Irene Montero y mismísimo Baltasar Garzón.
A la luz de estos datos, pueden llegar a entenderse comportamientos tan anómalos como el inefable episodio en el Aeropuerto de Barajas de Ábalos y las «maletas de Delcy Rodríguez», que por cierto «no llegó a pisar territorio español». Episodio sobre que el que se corrió un tupido velo, como en tantos otros.
En este contexto, cuánta lógica adquiere también la reciente «Ley de Seguridad Ciudadana», para tomar las calles, en la más absoluta impunidad, en el caso de pasar a la oposición si no se logran ganar las próximas elecciones generales, aun poniendo en marcha todos los recursos confesables e inconfesables: como vemos que ocurre aquí con la compra de votos y en tantos países hermanos de Hispanoamérica con el amañado recuento de los mismos.
✕
Accede a tu cuenta para comentar