Opinión

Universidad: de la tiniebla a la luz

Tras el lamentable acto celebrado en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense, difundido a través de todos los medios, ayer hubo otro acto universitario en Madrid que por fortuna estuvo situado en las antípodas de aquel. En la fiesta de Santo Tomás de Aquino, Patrón de las Universidades Católicas, la Universidad Eclesiástica San Dámaso UESD, lo celebró con una sesión extraordinaria al coincidir con los 25 años de la primera promoción de egresados de la Facultad de Teología, seminaristas y laicos, varones y mujeres, a los que se les impuso una beca conmemorativa. Asimismo, su Junta de Gobierno, había concedido la Medalla de Oro a los dos principales artífices de la misma, a saber, Benedicto XVI Papa emérito en la fecha de la concesión el pasado 12 de diciembre, y el Cardenal Arzobispo Emérito de Madrid, y primer Gran Canciller de la Institución en el curso 1996/1997. La lección magistral fue dictada por el profesor Dr. Eloy Bueno de la Fuente, Catedrático de la Facultad de Teología del Norte de España en Burgos, que versó sobre «La revolución antropológica, la nueva frontera de la misión», que merece un Trípode monográfico –o una serie de varios capítulos– dada la profundidad y el interés de su contenido. La expresión transgresora del poshumanismo expuesta con toda claridad, requiere de un necesario discernimiento por parte de la Iglesia, al rebajar a la persona a una mera estructura material que puede ser tratada como un objeto o una simple cosa. Resulta obligado tomar postura en una encrucijada crucial para la humanidad, ante un ser post humano al que sólo le importa avanzar hacia la construcción de un súper hombre, siempre posicionado en favor de los más inteligentes, más capaces, más ricos. En ese mundo, los vulnerables, enfermos, discapacitados, agonizantes,… sencillamente son seres a descartar por no tener cabida en él. Profundamente emotivo resultó la lectura del acta de concesión de la Medalla de Oro al Papa Emérito y de la carta por la que aceptaba agradecido y emocionado la concesión pocos días antes de fallecer, quedando emplazados a visitarlo en su residencia del Mater Ecclesiae para su entrega en una fecha «a concretar». El cardenal Antonio M. Rouco Varela tras serle entregada la Medalla por su sucesor el cardenal Carlos Osoro, hizo un recorrido por el proceloso itinerario recorrido durante décadas por sus predecesores en el intento de conseguir el anhelado Centro formativo, encontrando en el cardenal Joseph Ratzinger como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe el aliado decisivo. Lo dicho: en la Universidad, de la tiniebla a la luz.