Política
La soberbia de Montero y Podemos
«El error de Montero es su falta de empatía, negarse a rectificar y rechazar cualquier opinión que no sea la suya»
Es una obviedad recordarlo, pero los partidos no son un fin en sí mismo sino un instrumento al servicio de la participación política de los ciudadanos. Con el tiempo se convierten en ascensores sociales, como hemos visto con Unidas Podemos y su gurú, Pablo Iglesias, pero es un mal que se ha generalizado. La situación se ha vuelto tan esperpéntica que los aparatos y el sistema de promoción interna han conseguido que el tránsito desde la vida profesional sea desincentivador. El ser político ha perdido el glamur que tenía antaño. Hace años se decía que fulanito había sido ministro, diputado, secretario de estado o director general como un mérito, pero escuchando a los altos cargos de Podemos entiendo que sea un demérito. Lo más sorprendente es la permanente arrogancia que rezuman sus palabras. Se han instalado en la condición de jóvenes airados, no importa la edad, que reaccionan malhumorados ante cualquier crítica. En el terreno jurídico tienen unas lagunas tan enormes como su arrogancia y cuentan con una juez con conocimientos universales que sacan a pasear para justificar la chapuza de la ley del «solo sí es sí». En lugar de reconocer el error, que es colectivo del Gobierno y de los partidos que le apoyaron, prefieren culpar a los jueces, catedráticos y medios de comunicación.
La interpretación veraz en el mundo paralelo de las acólitas de Iglesias no es la de los juristas sino la de los legos en Derecho. Es todo tan esperpéntico que necesitamos un Valle-Inclán que inmortalice el despropósito en que se ha instalado la política nacional. Este domingo me entretuve con el mitin de Irene Montero. Era un alegato inconsistente como los que escuchábamos en las asambleas de la facultad. Por supuesto, el cuerpo argumental era una sucesión de lugares comunes, ideas desordenadas y los enemigos de rigor. No sale del bucle. Ni me sorprende que encuentre palmeros en los medios de comunicación, así como el apoyo de algunos catedráticos o magistrados jubilados que adoran el uso alternativo del Derecho. La defensa de las mujeres frente al machismo y el micromachismo es un tema tan serio como fundamental, porque hay mucho camino que recorrer. El error de Montero es su falta de empatía, negarse a rectificar y rechazar cualquier opinión que no sea la suya.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).
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