
Parresía
2027 y más allá
El poder seduce y engancha, el poder protege y blinda
Qué feas se están poniendo las cosas. Prácticamente a diario se cierran aeropuertos europeos por incursiones de drones que tienen toda la pinta de ser rusos. Un goteo de agresiones –provocador e impertinente– ante el que la OTAN no actúa. ¿Hasta cuándo? Putin exhibe músculo entretanto, en la semana de la energía atómica rusa, mientras en Nueva York, en la semana grande de la ONU, Ucrania cobra un fugaz protagonismo mientras Oriente Próximo sigue doliendo y generando odio.
La Autoridad Palestina reclama su territorio, Netanyahu lo niega. Gaza es un infierno y nuestro presidente marca perfil repitiendo la palabra genocidio y avivando la política internacional mientras, por aquí, su núcleo duro se acerca al banquillo de los acusados.
¿Qué habrá después de Pedro Sánchez? ¿Quién le sustituirá al frente del PSOE? Un grupo de socialistas antiguos, críticos todos con el Gobierno, se reúnen de vez en cuando para hablar del asunto desde la melancolía, convencidos de que, más pronto que tarde, necesitarán a otra persona más «centrada» –en lo ideológico– que les represente también a ellos y que se dedique a recuperar consensos.
«Ya pueden esperar sentados», se dirá Pedro Sánchez. Más que nunca, puede afirmar que este PSOE es un reflejo de su poderío, construido con líderes territoriales de su total confianza que han sido colocados, a lo largo de los años, en prácticamente todas las instituciones y federaciones socialistas. Además, el presidente ya nos ha dicho varias veces esta semana que piensa presentarse a la reelección en 2027. Avisados están familia y partido. Da igual que España sea el único país de la UE que no ha presentado su plan presupuestario. Pedro Sánchez piensa en 2027 «y más allá» gobernando con los presupuestos de 2023, en modo prórroga. Y avisando de que, si las próximas cuentas no salen, él seguirá en La Moncloa, tan pichi. Todo esto, mientras en el Congreso asistimos a una sucesión de derrotas parlamentarias, no resulta ejemplar en un sistema democrático.
El poder seduce y engancha, el poder protege y blinda. El poder le acrecienta el ego a cualquiera (lo llaman síndrome de Hubris). Y si a estas alturas el presidente del Gobierno dice que su mujer y su hermano son inocentes, no hay más que añadir y todos sus ministros y socios de Gobierno asienten en fila india frente a las cámaras, desacreditando al juez que investiga a Begoña Gómez, acusada de 5 delitos.
¿Ahora resulta que un jurado popular es la peor opción para juzgar la malversación? Que se lo pregunten a Camps, por ejemplo. De entrada, no se podrá decir que el veredicto que salga de ahí es fruto del lawfare.
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